Parece que el final de las vacaciones de agosto comienza a animar el panorama de la actualidad y nos prepara un otoño calentito. Y dado que los temas polémicos parecen acumularse hoy me gustaría comentar tres cuestiones aparentemente inconexas.
1º: El Partido Popular ha expuesto, a través de su aparente líder Mariano Rajoy, un programa de ocho puntos gracias al cual, aseguran, España saldría sin problemas de la actual crisis.
Al parecer el primero que aplicarían sería la reducción del impuesto de sociedades. Parece inocente la medida, pero esconde graves implicaciones. Esta iniciativa es una de las piedras angulares de cualquier política capitalista neoliberal que se precie, porque parte de la idea de que el beneficio de las empresas se transmite automática y directamente al beneficio del conjunto de la sociedad. La actual crisis mundial ha demostrado lo erróneo de este tipo de planteamientos. Las grandes corporaciones, principales beneficiarias de este tipo de medidas, son esencialmente voraces, capaces de devorar ávidamente y sin complejo de culpa cualquier ayuda que reciben en beneficio de una minoría de privilegiados directivos. El altar de los beneficios empresariales ha recibido ya innumerables sacrificios de la masa trabajadora occidental, y ellos ¿qué hacen a cambio?. Simplemente pedir más....
Está bien que el Partido Popular se descubra y se presente como quienes realmente son: los defensores de la clase empresarial. Y todos los que pertenecemos a la clase trabajadora hemos de ser conscientes de que la historia reciente nos demuestra lo erróneo de este planteamiento, ya que los beneficios empresariales no originan beneficios a sus trabajadores y si nuevas demandas de reducción de derechos sociales. Por tanto, quien decida libremente votar esta opción debe saber a qué se expone.
Ahora bien, la adhesión a las tesis neoliberales, que tanto mal han causado en nuestra sociedad, por parte de la autodenominada socialdemocracia europea constituye el golpe definitivo a cualquier intento de regeneración social. Nos transmiten el pesimista mensaje de que no hay alternativa, que debemos pasar por el aro si queremos sobrevivir. En este sentido el gobierno de Rodríguez Zapatero se ha mostrado especialmente eficaz.
¿Por qué debemos asumir que no hay alternativa al modelo neoliberal?. Sencillamente porque las diversas alternativas ideológicas son ninguneadas por los múltiples medios de comunicación pertenecientes todos ellos a grandes corporaciones, receptoras en un gran porcentaje de las medidas de beneficio empresarial que defienden desde sus páginas y notiociarios. Otra vez la maldita pescadilla se muerde la cola.
Por eso, desde este humilde medio me gustaría lanzar una propuesta ideológica. Si parece sobradamente demostrado que las medidas de beneficio empresarial (debemos recordar que no son ONGs) no se transmiten eficazmente hacia el beneficio del conjunto de la sociedad, creo conveniente modificar la idea, y cambiar el orden de los factores, que en este caso si que cambia el resultado. Es decir, que medidas decididas a favor de los derechos (tanto sociales como económicos) de los trabajadores se transmiten más eficazmente hacia el beneficio de sus empresas. Algunas exitosas compañías parecen haberse percatado de este sutil pero transcendental matiz, y han logrado basar su éxito económico y empresarial en la adopción de políticas favorables para sus empleados, que no tiene porque ser exclusivamente económicas. Creo que ese es el camino: En lugar de sacrificar derechos de los trabajadores para mejorar el balance de las obscenas ganacias empresariales, el camino exitososo a medio y largo plazo, es sacrificar parte de esos márgenes en lograr una mayor implicación de los trabajadores en los resultados de la empresa. Así se consigue que el contratado aumente su productividad y su identificación con el conjunto de la empresa, y eso sin duda alguna acaba reflejándose en el balance final de la compañía. Parece sencillo....
2º: Al parecer y en virtud de no sé que escalas de medición, España ya no es la octava economía del mundo, si no la novena. Brasil nos ha adelantado.
Desde muchos medios se nos hace ver esto como una muy mala noticia para nuestro país. Pero yo me hago una pregunta, ¿prefiero vivir en España o en Brasil, aunque la economía de esta última esté por encima?. La respuesta es clara, prefiero vivir en España, y no precisamente por ningún tipo de sentimiento nacionalista ni nada por el estilo. Simple y llanamente porque aquí se vive mejor que en Brasil, claro que con matices. Supongo que si fuera miembro de algún consejo de administración de alguna compañía importante, preferiría vivir en Brasil, donde los beneficios de la globalización neoliberal me convertirían en millonario, y perteneciente a esa élite económica que puebla todos los paises en vías de desarrollo.
Pero claro, por otro lado están los millones de personas que viven en la pobreza de los barrios chabolistas de las grandes ciudades brasileñas (favelas lo llaman por allí). Supongo que a todos ellos les importa un bledo que la economía de su país ocupe el octavo lugar del mundo, ellos ven pasar esta opulencia por delante de sus narices sin que mejore un ápice su calidad de vida, antes bien, cada vez las cosas para ellos parecen ir a peor. Por esta aparente contradicción prefiero vivir en España, donde tenemos grandes problemas pero no de esa magnitud.
Este tipo de contrastes nos deben hacer reflexionar sobre las herramientas con las que nos miden el éxito económico y social de una sociedad, es decir la eterna diferencia entre lo que nos dicen las grandes cifras económicas y como éstas se ven transmitidas hacia el conjunto de la población. Primer dogma neoliberal: Privatizar los beneficios, socializar las pérdidas...
3º: El dilema al que se ha visto enfrentado el Gobierno tras el secuestro de los miembros de la ONG Barcelona Acció Sildaria, es tremendamente interesante desde el punto de vista dialéctico. Vaya por delante que no tengo nada claro cual de las dos opciones que tenía el Gobierno es la mejor, probablemente ninguna sea buena. Las resumo antes de proseguir. Por un lado podían hacer lo que han hecho: negociar con los secuestradores, llegar a un precio y pagarlo. O por contra se podrían haber negado a pagar nada e incluso intentar un rescate por la fuerza. El debate está servido, pero los medios de comunicación lo han contaminado y pervertido en función de sus afinidades políticas. Y esto es lo que verdaderamente me indigna.
Porque todos parecen apelar al sentimentalismos absurdos y contraproducentes. Y el debate es mucho más sencillo: hay que asumir las consecuencias de cualquiera de las dos posibles decisiones: Si se paga el rescate, en el deb del pagador habrá que contar los secuestros que se produzcan en los próximos meses; y si no se paga habrá que cargar con la probable ejecución de los rehenes. Cuando se discute una cosa u otra todo el mundo parece olvidar estos aspectos. Por ejemplo ayer escuchaba críticas más o menos consistentes y lógicas hacia el hecho de que el Gobierno haya pagado el rescate, porque eso favorecería nuevos secuestrosm, y porque nuestro gobierno había ido humillado por una pandilla de delincuentes. Sin duda es un argumento sólido y a tener en cuenta, de hecho una resolución de la ONU lo prohibe expresamente el pago de rescates (Ya sabemos por donde se pasan muchos gobiernos las resoluciones de la ONU), pero lo grave del asunto es que tras una breve tertulia, pasaban a dar la información, evidentemente alegre, del buen estado de los liberados. Ambas cosas son contradictorias, porque si defiendes por un lado el no pagar rescates, debes asumir que los secuestrados tiene muchas papeletas para ser ejecutados (ya lo demostraron los franceses). Situarse en esa posición ambigua e irresponsable de criticar el pago del rescate y no asumir el la probable muerte de los secuestrados me parece de una hipocresía intolerable. Pero claro, para muchos es una alternativa que evita que sus manos queden teñidas de sangre (es una metáfora, por supuesto), a pesar de la más que evidente contradicción. Porque este asunto no es como preguntar ¿a quién quieres más a papá o a mamá?, aquí hay que mojarse y elegir a uno de los dos...
Y aunque comenzaba diciendo que no tengo claro cuál de las dos opciones es la mejor, creo que después de lo que he argumentado, yo mismo he de mojarme. Y creo que el pago de rescates a lo único que conduce es a fomentar nuevos secuestros y más sufrimientos. Admitiendo (como no hace la mayor parte de medios) que esta opción hubiera supuesto una probable muerte de Roque Pascual y Albert Vilalta....pero el futuro sin duda nos deparárá nuevos nombres y nuevos rostros de secuestrados.....Aunque tampoco puedo estar en desacuerdo con lo que se ha hecho desde el Gobierno porque entiendo sus motivaciones.