June 2013 Archives

  Ocultar mentiras con otras mentiras tan solo sirve para generar situaciones esperpénticas y bochornosas. El ejemplo paradigmático lo hemos visto con el asunto de las fincas de la Infanta Cristina.
  Según la hipótesis oficial que vimos defender de manera vergonzante al Ministro Montoro, es que debido a que la Infanta tiene un DNI muy peculiar, el 14, es relativamente sencillo que se comentan errores informáticos en el tratamiento de sus datos fiscales.  De hecho, el propio Ministro defendió con uñas y dientes que dichos errores múltiples cometidos simultáneamente por diversos funcionarios e instituciones, fueron los causantes de que a la pobre infanta se le atribuyese erróneamente la venta de trece fincas. 
  Sin duda alguna alguna esta explicación nos ha dejado a más de uno con la mosca detrás de la oreja.

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  Independientemente de cualquier hipótesis, a estas alturas de la partida, los ciudadanos necesitamos pruebas indiscutibles y no discursitos de Ministros.
  La prueba de que la hipótesis del error es cierta es muy sencilla de demostrar. Si el DNI número 14 es especialmente susceptible de que se cometan errores en las asignaciones de datos fiscales, algo similar ocurrirá con DNIs similares. ¿Qué sucede con el DNI de la Infanta Elena?, o ¿con el del Príncipe Felipe?, o ¿con el de Sus Majestades?.....
  ¿Se les han asignado a ellos también ventas de fincas por error?.....O ¿es que dichas asignaciones "por error" solo se cometen con quien está siendo investigada por fraude fiscal y otros delitos?

  Las cosas están como están, nos gobiernan quienes nos gobiernan, y sus intereses son los que son. Mientras tanto los ciudadanos asistimos al lamentable espectáculo del saqueo de nuestros derechos y bienes con una mezcla de incredulidad, indignación y sobre todo de mucha pasividad.
  Las conversaciones de oficina o barra de bar empiezan con frecuencia con una breve descripción de la calamitosa situación actual, y acaban con una frase lapidaria que siempre empieza por un "es que los políticos son todos unos...", de modo que las discusiones quedan completamente zanjadas, y como obedientes borregos volvemos a nuestras actividades cotidianas. 
  A estas altura de la partida todos tenemos claro que las cosas no van a cambiar de forma significativa por si mismas; pero parece como si no lo asumiésemos. Quizá sea por un oculto sentimiento de culpabilidad pues también resulta evidente que una casta política como la que padecemos no puede provenir de una sociedad de individuos ejemplares y que por tanto de un modo u otro compartimos la responsabilidad de lo que está sucediendo. Y quizá, yendo aún más lejos, porque pensamos que de estar en el lugar de los poderosos actuaríamos de la misma manera que ellos.

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  Ha llegado el momento de ganarnos el derecho a protestar. Ya no es suficiente con exigir que las cosas cambien. Es imprescindible que comencemos a formar parte de la solución de los problemas porque de lo contrario somos parte de los mismos. No es fácil, pero nos jugamos demasiado en el envite como para mantenernos con los brazos cruzados.
  Probablemente la forma más eficaz de que las cosas cambien, es empezar a poner nuestro grano de arena en la solución de los problemas, y el camino más adecuado sea el de la participación y colaboración en las diversas entidades, asociaciones, etc que tenemos a nuestro alcance. 
  Creo que esto se explica mejor con la fábula del colibrí y el incendio. En el bosque se declaró un terrible incendio y cuando todos los animales huían despavoridos se encontraron con el colibrí que volaba hacia las llamas. Le preguntaron sobre lo que estaba haciendo, y el respondió que llevaba agua en su pico para apagar las llamas. Todos le calificaron como loco y cosas peores a lo que él respondió: "yo al menos estoy haciendo mi parte".

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  Si todos hacemos lo que el valiente colibrí y hacemos nuestra parte, sin duda alguna las cosas empezarían a cambiar rápidamente, por eso creo que debemos evitar los tópicos y lanzarnos a participar mayoritariamente en todo tipo de asociaciones, colectivos profesionales, ONGs, partidos políticos o sindicatos. 
  Debemos empezar a comprender que tan solo desde la base de la sociedad se pueden cambiar las cosas; de lo contrario formaremos irremediablemente parte del problema, por muy indignados, abochornados o críticos que nos sintamos con el actual estado de cosas.



  Del mismo modo que las multinacionales tabaqueras disponen en nómina de supuestos expertos "científicos" capaces de asegurar que la relación entre fumar y el cáncer de pulmón no está clara, sucede con los inmensos grupos de poder finaciero en el mundo. Su ausencia de vergüenza tan solo está a la altura de sus inemnsas cuentas corrientes.

  Recientemente hemos visto como el FMI, máximo exponente de ese poder finaciero, ha reconocido un error de cálculo en las medidas de rescate económico de Grecia. Han venido a decir que dicho rescate, junto a las medidas de austeridad impuestas no han producido los resultados esperados. ¿Por quién eran esperados?: Por esos expertos economistas al servicio del poder que pronosticaron que el rescate y la austeridad reducirían el déficit público y que por tanto mejoraría la economía y el resto de variables. Evidentemente no ha sido así.

  En respuesta a este ataque de "sinceridad" a lo Perogrullo, han salido a la palestra algunos responsables políticos, como el inefable Joaquín Almunia, a la sazón "Comisario Europeo de Competencia", para decir que estas decisiones que el tiempo ha demostrado erróneas, han sido recomendadas por "los expertos", y que además no había otras opciones posibles. Se trata, sin duda, de una manera burda y ruin de echar balones fuera y culpar al empedrado, cuando no de mentir descaradamente.

1330639108983eurogrupoc4.jpg  Hay un aspecto que la inmensa de políticos europeos olvida de manera interesada: Muchos economistas y numerosos expertos advirtieron del desastroso resultado de las políticas de austeridad que se estaban impulsando desde la Unión Europea. Nadie les hizo caso desde los puestos de responsabilidad. 

  Por tanto, culpables son todos estos expertos que asesoraron a los políticos sobre las estrategias macroeconómicas a seguir, porque habiendo opiniones contrarias que el tiempo ha demostrado como verdaderas, han demostrado su ineptitud. Seguro que cobran como si sus predicciones hubiesen sido acertadas.

  También son culpables los políticos que han tomado decisiones en función de unos informes de unos asesores que han elegido ellos mismos. Habiéndo expertos que vaticinaban el desastre, los responsables públicos optan por elegir a los equivocados. También son responsables por ineptitud.

  Sin embargo, aquí nadie dimite, ni los políticos que tomaron las decisiones equivocadas, ni los expertos que confundieron sus predicciones, antes bien, la situación roza el esperpento cuando proponen como solución a sus medidas erróneas, insistir en las mismas.

Club_Bilderberg.png  Tan solo se me ocurre una explicación a un despropósito tan colosal: Los políticos están del bando de los beneficiados por esta crisis, esa minoría en la élite y cúspide del poder financiero que está logrando amasar grandes fortunas y cuotas de poder gracias al empobrecimiento de toda la sociedad. Ellos son tan solo una de las herramientas que los verdaderos poderosos emplean para incrementar sus beneficios, y a fe que lo están logrando. 

Cada vez tengo más claro que la ciudadanía somos estúpidos al tolerar este tipo de cosas.  

 

http://www.elmundo.es/elmundo/2013/06/06/economia/1370494067.html

http://www.eleconomista.es/internacional/noticias/4887631/06/13/Almunia-defiende-el-rescate-de-Grecia-porque-no-habia-muchas-alternativas.html

http://www.cadenaser.com/economia/articulo/bruselas-rechaza-responsabilidades-errores-grecia/csrcsrpor/20130606csrcsreco_7/Tes

  Nos ponen el mundo al revés y aquí no pasa nada. Por tanto, habrá que dirigir nuestras sospechas a los potenciales beneficiarios del desaguisado que se está cocinando en los tribunales españoles.
  Lo que está sucediendo alrededor del proceso judicial contra el antiguo presidente de Caja Madrid Miguel Blesa apesta hasta en un país como el nuestro. O sea, el juez hace el trabajo de la fiscalía, es decir, encuentra indicios de unos delitos graves en el acusado (trabajo que se supone debería hacer el fiscal), y ordena su ingreso en prisión sin fianza. Ante esta medida el fiscal decide ejercer de abogado defensor del acusado y se propone velar por sus derechos, y por tanto no solo no recurre la decisión del juez, sino que amenaza con querellarse por prevaricación contra el juez....¡¡¡Toma ya!!!
  Para completar esta locura, solo falta que los abogados defensores de Blesa (los de verdad, no el fiscal), se manifiesten a favor de la prisión sin fianza de su defendido, denuncien al fiscal por prevaricación, y presenten pruebas de la culpabilidad de Blesa en el juicio.

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  Aunque esto no es la primera vez que sucede en este país, en el que la seriedad se fuga a una velocidad incluso mayor que la de nuestros talentos más jóvenes. Cuando se imputó a la infanta por lo de Urdangarín, sucedió algo similar; que el fiscal se lanzó contra el juez que había decidido la imputación de la Señora Borbón. Otra vez el mundo al revés, otra vez sospechas de que algo turbio se estaba cociendo en las cocinas de los juzgados, porque todos recordamos perfectamente como acabó aquello.
  Mis conocimientos acerca del proceso judicial son mínimos, pero se supone que el fiscal debe organizar las pruebas y los indicios contra el acusado; mientras que la defensa debe desmontarlas, de ese modo el juez ha de tomar una decisión a la vista de las mismas. ¿Por qué aquí están sucediendo las cosas al revés?. Hay demasiado dinero por en medio y demasiado juego de poder como para no sospechar que algo sucio está sucediendo. 
  Por supuesto que desconozco hacia donde dirigir mis sospechas, porque aunque lo más sencillo sería pensar que el fiscal pudiera estar metido en el ajo; otras opciones son también posibles, por ejemplo si hacemos caso a los argumentos del propio fiscal que denuncia irregularidades en el proceso por parte del juez que pueden desencadenar su anulación, en cuyo caso el juez sería el sospechoso. Y aún son posibles otras hipótesis más retorcidas para explicar lo asombroso del caso.

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  El insoportable tufo a que la corrupción se ha extendido a las instancias judiciales me resulta inconfundible, los esquemas se repiten y los beneficiados son los mismos.  En la trama Gürtel el único condenado sigue siendo el juez Garzón, el fiscal del caso Noos se dedica a defender a la infanta, y ahora el fiscal del caso Blesa hace lo mismo.....

  Al fin y al cabo los jueces y los fiscales son humanos y son españoles ¿cómo no iban a ser sospechosos de corrupción?



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