Tras las elecciones autonómicas en Andalucía estamos viviendo una curiosa situación postelectoral, posiblemente derivada de nuestra escasa cultura y tradición democrática. Esta situación está derivando en un impresentable tira y afloja de intereses particulares de los diferentes partidos involucrados, que finalmente se traduce en un desgobierno que tiene que padecer la ciudadanía.
Obviamente no voy a entrar a analizar los detalles y las argumentaciones de cada una de las cinco fuerzas políticas implicadas; pero si a analizar las consecuencias de su irresponsabilidad.
Para empezar, parece meridianamente claro que el PSOE de Susana Díaz ganó dichas elecciones, y que por tanto el mensaje de la ciudadanía es que ella debe ser la Presidenta del Gobierno andaluz. En esta tesitura, no termino de comprender como es posible que el resto de partidos voten en contra de su investidura, y que dicho voto se convierta en un obstáculo insalvable para la formación de gobierno; sobre todo teniendo en cuenta la ausencia de una alternativa de gobierno consensuada.
Es que los partidos de la oposición ¿están diciendo que el resultado de las elecciones no es válido?, o ¿que la ciudadanía se ha confundido y ha votado mal?.
Es decir, en ausencia de una candidatura alternativa a la presidencia de la Junta, me resulta absolutamente incomprensible (desde un punto de vista democrático, porque no soy tan ingenuo como para obviar los motivos de cada uno de los partidos involucrados) como se puede votar que no a la investidura de la candidata más votada en las elecciones.
La irresponsabilidad de pequeños intereses electorales y partidistas de todos los actores de esta tragicomedia, deja a la Comunidad Autónoma en una situación de desgobierno provisional, y de bloqueo institucional a todas luces intolerable. Los partidos políticos, parece que van a esperar los resultados de las elecciones municipales para posicionarse definitivamente. Y todo porque anteponen sus pequeños intereses a los de la ciudadanía, lo cual puede desembocar en la convocatoria de unos nuevos comicios, enviando de ese modo, la decisión legítima de las elecciones a los corrales.
Pienso, que en ausencia de un pacto estable de gobierno, Susana Díaz debería ser nombrada Presidenta de la Junta de Andalucía, formar gobierno, e iniciar una legislatura en la que deba pactar sus iniciativas legislativas desde una minoría inestable. Para ello, los partidos de la oposición no deberían tener derecho a votar contra la investidura de la candidata más votada en las elecciones.
Ahora bien, si el gobierno presidido por la Señora Díaz no logra la estabilidad y la fuerza parlamentaria necesaria para sacar adelante sus iniciativas, es entonce cuando se deben convocar nuevas elecciones....
Pero en estas circunstancias habría que asumir claramente que al igual que el resultado de la decisión ciudadana en unas elecciones libres no ha sido adecuado para formar un gobierno estable; de manera simultánea, habría que asumir que los representantes electos tampoco están capacitados para el trabajo que se les encomendó; y por tanto ninguno de ellos (sin excepción) deberían estar autorizados a presentarse a los nuevos comicios....
De este modo, estoy convencido de que no se producirían bloqueos institucionales tan bochornosos como los que estamos viviendo en Andalucía y que probablemente se repitan insistentemente en otros muchos lugares tras las elecciones del 24 de Mayo.
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