Este fin de semana escuchaba un debate en la radio muy interesante acerca de política fiscal. Probablemente uno de los problemas más graves a los que se enfrenta la sociedad española es el de la economía sumergida y la enorme cantidad de dinero sin control fiscal que se mueve en nuestro país, y que puede cuantificarse en alrededor de un 20% del Producto Interior Bruto. Una auténtica barbaridad y un espantoso lastre para cualquier iniciativa que pretendamos tomar.
Los "expertos" que participaban en el debate teorizaron sobre las causas y consecuencias de esta terrible situación; pero lo que más me llamó la atención es que la mayoría de los supuestos expertos estaban de acuerdo en un topicazo que creo que es absolutamente infundado: Y es que uno de los principales motivos del elevado fraude fiscal de nuestro país es por la que denominan escasa conciencia fiscal de los españoles. Es decir, que debido a nuestra genética, condiciones geográficas, socioculturales y climáticas somos por naturaleza más propensos a defraudar a Hacienda que los habitantes de otras latitudes, en especial septentrionales.
Personalmente he de manifestar mi más profundo desacuerdo por este tipo de argumentación. La conciencia fiscal de los españoles es exactamente la misma que la de alemanes, holandeses, finlandeses, daneses o suecos por poner unos cuantos ejemplos de países "ejemplares". Lo único que nos diferencia de ellos son las leyes. Es más, la principal diferencia de nuestra conciencia fiscal con la de estos europeos es la rigurosidad de nuestras legislaciones y el grado de impunidad que otorgan las mismas al defraudador.
Es decir, si en cualquiera de estos países se caza a un evasor de impuestos le crujen; si pillan a alguien que tiene a sus trabajadores sin contrato se lo calzan sin piedad; si un político ha hecho un pequeño chanchullo con sus impuestos le obligan a dimitir. Sin embargo en España, estas cosas no suceden.
Aquí si una Multinacional extranjera es cazada en un grave delito fiscal lo que se hace es echar a los inspectores que han descubierto el fraude. Si un partido político es denunciado por un grave caso de corrupción se expulsa al juez que lo investiga de la carrera judicial; si alguien intenta dar de alta a un trabajador en la Seguridad Social es sistemáticamente perjudicado por absurdas leyes, penalizado por abusivos impuestos, y es conocedor de que no va a ser perseguido por nadie.
Esto es lo que cambia la conciencia fiscal de los ciudadanos; no su nacionalidad: La impunidad; y eso es precisamente lo que produce la legislación española.
El ejemplo paradigmático de esto que comento lo tenemos en las leyes de tráfico: Hace unos años se nos decía que los españoles éramos mucho más infractores que los nórdicos. El tiempo y un claro endurecimiento de las sanciones de Tráfico han demostrado que podemos conducir igual de prudentes que finlandeses y suecos si tenemos el mismo miedo a que si nos cazan haciendo disparates en el coche nos pongan una multa ejemplar. Hoy ya casi nadie va a 180 Km/h por las autopistas, cuando hace unos años, era la norma habitual; y no digamos nada con respecto al miedo que hay a que te pillen en un control de alcoholemia. No tiene nada que ver con motivos de conciencia nacional.
Por tanto, si queremos acabar con el terrible fraude fiscal de nuestro país, lo primero que debemos hacer es exigir a nuestros gobernantes medidas eficaces y ejemplarizantes contra los defraudadores; y por supuesto incrementar los controles e inspecciones tanto en medios humanos como técnicos. Se trataría de una evidente inversión de futuro.
Sin embargo lo que hace nuestro lamentable gobierno actual es recortar en inspectores y en inspecciones, además de lanzar avisos a navegantes, como que se ha de tener cuidado con quien nos metemos....De este modo nuestra conciencia fiscal como país permanecerá bajo mínimos.