Lo que ha sucedido recientemente en Canal 9 de Valencia, creo que es tremendamente significativo de los malos tiempos que padecemos, y resulta paradigmático de que un cambio de mentalidad en la sociedad es absolutamente imprescindible si pretendemos que las cosas comiencen a cambiar, para mejor, por supuesto.
Aparte de otras consideraciones evidentes y muy comentadas en la prensa sobre la nefasta gestión que perpetró la Generalitat valenciana en su televisión pública (no es el único ejemplo, evidentemente), ha resultado bochornoso hasta la naúsea soportar las reacciones de algunos de sus trabajadores, en concreto de los profesionales de periodismo que allí prestaron sus servicios.
Estos días hemos visto a muchos de los periodistas que trabajaron para Canal 9 de Valencia y que ahora han sido despedidos, denunciar la manipulación informativa de la que eran víctimas mientras trabajaban para el ente público. ¿Por qué no lo denunciaron en su momento?....
La respuesta parece sencilla, por un lado sintieron miedo a perder sus puestos de trabajo en caso de contradecir a sus jefes; y por otro, parece que algunos eran complacientes con la manipulación informativa que facturaban desde el canal público de la televisión valenciana. Muchos de ellos, sin duda votaron a los mismos que ahora sin ningún miramiento les han puesto de patitas en la calle.
En ambas circunstancias, ha quedado sobradamente demostrado que la actitud servil y complaciente de los trabajadores, cuando no cómplice directamente, era injustificada e injustificable. El poder, en este caso la Generalitat valenciana, olvida fácilmente los favores que se les han hecho, y opta por la perpetuación de su propia especie. Esos periodistas que pasaron por el aro de la línea editorial impuesta desde los despachos de las diferentes consejerías autonómicas han sido despedidos sin que se haya tenido en cuenta su hoja de servicios. Y ahora se acuerdan de todo aquello. La crueldad de los engranajes del poder les ha triturado, a pesar de que ellos pensaron que la fiel adhesión a los principios impuestos desde las cumbres del poder podría servirles para salvaguardar sus puestos de trabajo.
Ahora lo van a tener complicado, pues en sus curriculum constará haber sido periodistas de Canal 9, y no parece ese el mejor antecedente para un informador que debiera ser independiente. Primero perdieron el honor y después el puesto de trabajo. Quizá de haber perdido primero el puesto de trabajo tras enfrentarse a los dictados de sus jefes, podrían haber conservado el honor y por tanto haber incrementado las posibilidades de conseguir ahora un puesto de trabajo.....
Este ejemplo ilustra uno de los grandes dramas que sufrimos actualmente como sociedad: El miedo a perder lo que ahora poseemos nos inmoviliza y nos obliga a pasar por algunos aros intolerables. Y finalmente no sirve de nada. La sumisión a los superiores y el miedo a perder nuestras migajas del banquete capitalista nos mantiene atados de pies y manos. Y eso hace que el actual estado de cosas se perpetúe. Ellos (los poderosos) lo saben muy bien, y lo manejan perfectamente.
Cuando dejamos de serles útiles, no dudan en patear nuestros culos y arrojarnos al vertedero, independientemente de lo que hayamos hecho anteriormente. Por tanto, vivir con miedo y sumisión, tan solo sirve para vivir con miedo y sumisión. Quizá aquellos que optan por enfrentarse a los resortes del poder sean los últimos candidatos a ser triturados por el mismo. Los mansos y acobardados son los primeros en caer.
Es evidente que las cosas no están para actos estériles de heroismo, pues en las colas del INEM se agolpan millares de personas dispuestas a recoger lo que otros desechen....pero por algún sitio habrá que empezar para cambiar las cosas. Y uno de ellos puede ser el enfrentarse con inteligencia a las arbitrariedades y órdenes que nos imparten los poderosos.
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