Si concedemos fiabilidad a las encuestas disponibles, parece que el PP pierde apoyos, como no podía ser de otra forma; aunque no tanto como podrían indicar sus terribles políticas. Sin embargo, llama mucho la atención, como el PSOE, el otro platillo de la balanza bipartidista, no recoge esos votos perdidos, antes bien, pierde cada vez más y más apoyos.
¿Por qué sucede esto?. Los sabios socialistas se han reunido para determinar estos motivos, pero mucho me temo que desde sus despachos son incapaces de comprender lo que está sucediendo en las calles.
Por un lado, parece razonable pensar que el PP haya alcanzado su suelo electoral de incondicionales, es decir de aquellos que les votan haga sol o caigan chuzos de punta; sin embargo la sangría de votos en el PSOE parece continuar. No creo que el problema sea tan superficial como algunos pretenden, y pueda resolverse con un simple cambio de caras en la dirección de Ferraz.
Creo que el problema de fondo del PSOE es que muchos de sus potenciales votantes se han cansado de sus promesas rotas, les sucede aquello que cantaba el Maestro José Ignacio Lapido, "Brotan desengaños donde ayer planté deseos". Es decir, los socialistas han cambiado en numerosas ocasiones sus discursos de izquierda y progresistas de la oposición por políticas económicas neoliberales cuando acceden al gobierno. Y eso, en un electorado de izquierdas no cuela.
Algo tan obvio no está siendo correctamente valorado por la dirección del PSOE, y por tanto, sus propuestas se convierten en palos de ciego a las que se les ve fácilmente el plumero de la improvisación electoralista. Pretenden tan solo cambiar de imagen, para seguir asentados en el mismo lugar. Creen que con una mano de pintura, pueden transformar su renqueante utilitario en un formidable bólido de ganar elecciones.
Los ciudadanos están demostrando no ser del todo estúpidos y dan la espalda a estas propuestas de marcado carácter electoralista, porque en el fondo no se atisban ideas de fondo y con recorrido. Es más, creo que habrá gente que piense, que puestos a aplicar políticas neoliberales, es mejor el original sin complejos que representa el PP, que una mala copia, como es en lo que se ha transformado en diversas ocasiones el PSOE en el gobierno.
Personalmente no estoy dispuesto a creer ninguna de las promesas de cambio del PSOE, mientras que no decidan cambiar las cosas de raíz. Y uno de los momentos más neoliberales de los socialistas en el gobierno, fue cuando decidieron cambiar la Constitución para garantizar el pago de la deuda pública frente a cualquier otra partida presupuestaria.
Recientemente recordaba este apaño constitucional de los dos grandes partidos cuando escuchaba a un responsable del Ministerio de Sanidad decir que debido al aumento del precio de los tratamientos contra el cáncer quizá llegaría un momento en que no se pudiesen pagar en el ámbito público. Esto es lo que implica pagar primero la deuda y luego el resto de cosas. Ese es el mundo que han diseñado nuestros gobernantes: primero los prestamistas y luego los enfermos de cáncer. No es ese el mundo que quiero ni para mi, ni para mis hijos.
Por tanto, insisto, mientras los socialistas no reconozcan que dicha modificación de la Constitución fue una gran metedura de pata y que están dispuestos a rectificar tan terrible error, yo no entraré ni a valorar sus propuestas. Porque me temo que nos estarán engañando de nuevo, y si llegan al poder, volverán a aplicar las mismas políticas que nos han llevado al lugar que ahora padecemos.
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