Hoy sin que sirva de precedente vamos a hacer un pequeño ejercicio en forma de relato-ficción...¿O no?.
Tras la victoriosa y prolongada noche electoral el candidato se dirigió hacia su despacho en la sede del partido, un poco más tarde de lo habitual. Una leve cefalea, rescoldo de una moderada resaca, era lo único que le estropeaba aquella agradable mañana. Mayoría absoluta. Y aunque era esperada según las encuestas, no fue menos celebrada. La satisfacción por el trabajo bien hecho y el orgullo por haber llegado a lo más alto en su carrera política compensaban con creces el incómodo dolor de cabeza.
- Buenos días, presidente - le saludó Cristina, su secretaria, con una inmensa sonrisa en sus labios mientras recalcaba con orgullo cada una de las sílabas de la palabra presidente. Ella había compartido con él largas horas de trabajo, y buena parte del éxito electoral se debía a su eficaz labor.
- Dos caballeros le esperan dentro - añadió la secretaria con indolencia.
- No esperaba a nadie tan temprano- respondió el flamante presidente.
- Me dijeron que usted les citó hoy a primera hora. Y se mostraron muy convincentes- contestó Cristina.
- No lo recuerdo. Intentaré acabar con ellos lo antes posible. Hoy será un día duro.
El victorioso candidato entró en su despacho. Dos tipos desconocidos que vestían trajes negros, caros, y con aspecto de uniforme, esperaban cómodamente sentados. Se levantaron con cortesía cuando él entró y le saludaron alargando sus manos.
- Buenos días presidente - ellos no acentuaron ninguna palabra.
- Buenos días. No esperaba a nadie - Unos meses más tarde se enteraría que el poder convincente de sus interlocutores, del que hablaba Cristina, consistió en un muy bien remunerado puesto de trabajo para ella y su marido.
- Representamos a estas personas- respondieron los dos tipos, mientras le ofrecían una lista de nombres en una cuartilla de papel sin ningún tipo de sello ni firma.
La cara del flamante presidente dejó de ser victoriosa cuando leyó los nombres que allí estaban escritos.
- ¿Cómo sé que no son ustedes unos impostores?
Como respuesta le ofrecieron otra cuartilla. En ella se detallaban los números de las cuentas bancarias del presidente, con el saldo de cada una de ellas, incluyendo la de Suiza.
Mientras se recuperaba de la impresión el más alto de los dos le dijo: - Podemos ser aún más convincentes, disponemos de todo tipo de datos, lo sabemos todo sobre usted, y tenemos libertad absoluta para actuar. Nuestros jefes nos han pedido que le entreguemos su programa de gobierno.
Entregaron al presidente un folio escrito por las dos caras con una serie de medidas de gobierno. Entonces comprendió perfectamente que aquellos dos tipos decían la verdad.
Lo leyó detenidamente y su rostro fue cambiando.
Al terminar exclamó: - No puedo hacer esto. Con estas medidas aumentará el paro, la economía se deprimirá, habrá que reducir el sueldo de todos los españoles, recortar brutalmente en sanidad, educación y beneficios sociales, se producirán huelgas y revueltas. En definitiva, España será el caos.
- Por eso no se preocupe. Nuestros jefes convencerán a la población de que es el único camino posible. Lo han hecho en otras ocasiones eficazmente - respondió el menos alto. -Es más usted mismo debe comprender que es su único camino para mantener la presidencia - En esta ocasión si que acentuó descaradamente la palabra único.
Aprovechando el estupor del nuevo presidente los dos tipos dieron media vuelta y abandonaron el despacho discretamente.
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