"Y nos limitamos a comer
lo que otros han guisado"
(091, Todo lo que vendrá después, 1995)
Lo grave del asunto, es que estas semillas de estupideces como la españolización o la catalanización germinan fácilmente entre la ciudadanía, y producen espantosos bosques de confrontación.
No encuentro diferencia entre la españolización que propone el retrógrado ministro Wert y, por ejemplo, los conceptos de inmersión lingüística defendidos desde los rancios postulados nacionalistas. En el fondo se trata de lo mismo, se ofrece a la población una idea precocinada e irrebatible con la que alimentar espíritus empobrecidos.
Lo que se pretende es controlar los ingredientes que se ofrecen desde las escuelas infantiles hasta las más avanzadas universidades. Evitar que la población tenga capacidad crítica es la clave de todo este asunto. Para ello se apela de manera inmisericorde a la víscera y al sentimiento más primitivo tribal que todos albergamos en nuestro interior.
Y funciona....
Mientras los gobiernos catalán y español se enzarzan en este tipo de discusiones que ocupan las portadas de casi todos los periódicos, casi al final de las páginas de nacional encontramos noticias como que "La tasa de pobreza en Cataluña supera en ocho puntos la media europea", o que "España es el país con más desigualdad social de la Eurozona" (son noticias extraidas del periódico de hoy, sin ir más lejos).
El truco resulta tan evidente que me parece obscena una explicación.
Para nuestra clase política, resulta muy conveniente una sociedad adoctrinada y militante en cuestiones que distraigan su atención de las cuestiones verdaderamente importantes. Para ello resulta imprescindible que desde la escuela se enseñe a los niños a no pensar, a no actuar con sentido crítico. Tal y como cantaban Def con Dos: "Con un cerebro basta para toda la manada".
Y es que una sociedad acostumbrada a pensar y analizar con sentido crítico e inteligencia las decisiones de nuestra clase política es su principal enemigo. Ellos lo saben y como lo que está en juego son sus beneficios personales, emplean todas las armas a su alcance para lograr sus objetivos, que no son otros que perpetuarse en el poder, y hacerse necesarios.
Y para terminar, me gustaría destacar una de las relaciones ideológicas más perniciosas que se han desarrollado y considerado como verdaderas en la política española, que no es otra que la identificación de nacionalismo con progresismo. La izquierda española mantiene este complejo, a todas luces insostenible, desde que se encontraron en el mismo bando luchando contra el fascismo en la Guerra Civil.
Hoy en día, sigue pareciendo que la crítica a los nacionalismos es sinónimo de franquismo o fascismo, es más, que la idea de España sigue manteniendo un tufo insoportable al viejo régimen. No negaré que en determinados segmentos de la población es así; pero esta es una identificación que a fecha de día es falsa en una gran mayoría de ocasiones.
Sin embargo, los mismos políticos que han logrado hacerse necesarios gracias al nacionalismo son los principales defensores de esta perniciosa idea. Y la mayoría de políticos de izquierdas y progresistas han sido incapaces de desmarcarse de esta absurda hipótesis. Y mientras no sean capaces de desmarcarse de esta insostenible idea, vivirán en una de las continuas contradicciones que resultan tan perniciosas para las ideologías progresistas.
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