Ya he escrito en varias ocasiones desde estas líneas que lo grave de la crisis que estamos padeciendo no es la crisis en si misma, con sus recortes, con sus parados, con tantos ciudadanos arruinados. Lo verdaderamente grave de lo que está sucediendo desde 2008 es que no solo no se están resolviendo los problemas que nos han llevado a esta dramática situación; sino que estamos incidiendo y fomentando los mismos errores que cometimos en el pasado. Por tanto, si algún día salimos de esta, del modo que sea, tendremos asentados y fortalecidos los cimientos que nos llevarán a otra crisis de la misma o mayor envergadura.
La clave de todo este disparate es la depuración de responsabilidades. Es decir, nadie es responsable de nada, todos miramos a otro lado y echamos la culpa al de al lado. Así jamás avanzaremos en la dirección adecuada.
Por un lado, los banqueros, entre los que incluyo a todos esos tipos de traje caro y corbata que se dedican a la gestión financiera de todo tipo de cosas, es decir, los rostros de lo que se ha dado en llamar mercados.
Su negocio ha sido perfecto. Cuando el viento soplaba en la popa, izaron todas las velas que pudieron, construyeron gigantescos castillos de naipes, y obtuvieron ingentes beneficios económicos; sin embargo, cuando los vientos cambiaron, ninguno fue responsable de nada. Promovieron despidos de empleados de sus entidades, reclamaron reducciones del gasto público e incrementos disparatados de impuestos, y sobre todo exigieron dinero público para tapar sus inmensos socavones financieros.
En los consejos de administración no hubo despidos masivos, no ha habido banqueros en bancarrota, no han desaparecido entidades mal gestionadas (al menos en la Unión Europea). En resumen, no ha pasado nada. Y para cerrar este pernicioso círculo vicioso, han sido premiados con enormes cantidades de dinero público para tapar sus disparatadas gestiones.
El resultado es lógico: unos pocos, precisamente aquellos que tienen la sartén económica por el mango, se han enriquecido en esta crisis. Han descubierto que no les va a pasar nada malo si repiten el mismo esquema con el que han salido beneficiados. Nada les impide volver a repetirlo....Y lo harán, de eso no tengo ninguna duda.
En segundo lugar está los políticos, primos hermanos de los representantes del poder, y en ocasiones difíciles de distinguir.
Su absoluta falta de previsión, de visión a medio y largo plazo, su carencia absoluta de escrúpulos a la hora de engañar y mentir a la población, su ausente capacidad de gestión de los asuntos públicos a menos que coincidan con los de sus personalidades y partidos, etc, etc, etc.
Han logrado la desmotivación más absoluta de la población hacia la política. Yo cada vez estoy más convencido que de manera intencionada y premeditada. Cuanto menos le importe a la gente la política más fácilmente podrán nuestros políticos desarrollar todas esas cosas que tanta dasezón provocan a los ciudadanos. Cuanto más se logre desmovilizar a la sociedad, pues mejor para ellos.
Por tanto, si vuelven a darse las circunstancias adecuadas con políticos similares a los europeos del siglo XXI, las consecuencias volverán a ser las mismas: No impedirán que la crisis golpee a los de siempre, antes bien favorecerán que el golpe duro sea dado en esa dirección.
Y en tercer lugar, como no, los ciudadanos anónimos tenemos una gran parte de la culpa de que estas cosas sucedan.
Por un lado, los políticos que nos gobiernan han sido masivamente votados por ciudadanos, que en muchos casos lo han hecho con honestidad, pero se han dejado engañar por el mensaje unificador y absurdo del bipartidismo occidental; por otro lado, hemos dimitido de nuestras obligaciones como ciudadanos responsables. En muchos casos, no nos sentimos involucrados con las cosas importantes que suceden a nuestro alrededor. En dos palabras, hay más gente manifestándose indignada porque el equipo de su ciudad es descendido a una categoría inferior porque sus dirigentes lo han llevado a la bancarrota que cuando nos incrementan en dos años la edad de jubilación.
Como sociedad en conjunto nos hemos dejado arrastrar a una existencia de aparente confort en la que hemos perdido la capacidad de luchar por lo que nos pertenece y por tanto somos presa fácil de estas terribles fieras que acechan hambrientos, los derechos y beneficios sociales que tanto sudor, sangre y lágrimas costaron a generaciones anteriores, y que nosotros estamos dilapidando con tanta alegría.
Por tanto, de esta manera, se establece una especie de trípode en el que se sustentan las responsabilidades de lo que está sucediendo en la actualidad: El poder financiero, el político y la apatía de la sociedad.
Es evidente que como individuos tan solo podemos modificar una de las patas de este tridente, y que ello ha de provocar el cambio en la clase política, para que ésta cambie el poder financiero.
Todo lo que sea salirnos de este esquema, está condenado al más estrepitoso de los fracasos...y nos jugamos demasiado en ello
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