El domingo por la noche me fui a dormir aterrorizado. El culpable fue Jordi Évole y su programa "Salvados". El capítulo titulado "Parados en espera" mostraba diversos aspectos del terrible problema que supone el paro en España, con ese estilo que cada vez me recuerda más al de Michael Moore, es decir con una pequeña dosis de demagogia, pero sabiendo poner el dedo en las llagas más dolorosas de la sociedad que padecemos.
Lo peor sin duda, sucedió al final, cuando unió en un debate a las portavoces de la comisión de empleo del Congreso de los Diputados, por parte del PP, Carmen Álvarez Arenas, y del PSOE, Concha Gutiérrez del Castillo.
No entraré en detalles sobre lo lamentable que resultaron sus intervenciones, para eso, tan solo hace falta ver los vídeos de los que dejo los enlaces abajo. El espectáculo que ofrecieron fue sencillamente bochornoso. Dos verduleras discutiendo sobre majaderías partidistas mientras tenían enfrente el drama personal de millones de españoles en forma de desempleo. El paro les importaba un pimiento, tan solo estaban preocupadas por acusar a la contraria de hacer barbaridades mayores que las suyas propias. Ni una sola propuesta constructiva o alternativa a la indefendible situación actual.
Cuando al final, de manera muy acertada, Évole fundió las voces y el estúpido parloteo de la estéril discusión de las dos políticas con la música del final del programa y los créditos del mismo, quedaba la insoportable sensación de impotencia. La verdadera cara de los que manejan nuestro futuro quedó al descubierto. Nuestros problemas para ellos son meras excusas para mantener sus inútiles disputas; pero de un modo u otro, necesitamos sus soluciones, que no van a llegar: Esa es precisamente la gravedad del drama que nos mostraron el domingo las cámaras de Salvados.
Su realidad está muy alejada de la de la ciudadanía.
Y es precisamente ese el gran drama de la política occidental: Los políticos se han convertido en una casta privilegiada y alejada de la realidad.
Si consultamos los curriculum de las dos protagonistas de esta historia descubrimos una historia habitual en la clase política española: Gente que no ha abandonado jamás la teta del Estado, que han ocupado numerosos cargos por indicación política y cuyo principal mérito a lo largo de su carrera profesional ha sido medrar y crecer dentro de su partido.
Estas dos personas están completamente desautorizadas para tratar un problema tan dramático y cotidiano como es el desempleo. Jamás han sentido ni siquiera el aliento de esa amenaza en su cogote ni en el de nadie cercano a ellas, pues es más que probable que éstos estén más que bien situados. De haber sido así, jamás se habrían enzarzado en esa discusión de verduleras que tuvimos ocasión de presenciar el domingo por la noche.
Ahora bien, todas estas críticas son muy razonables. Pero no debemos olvidar que estas dos personas (y muchas otras de peor calaña) han sido votadas por millones de ciudadanos.....
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