La inmensa mayoría de ciudadanos responderíamos con un grave improperio si alguien nos preguntase por nuestra opinión acerca del SEPLA (el sindicato de pilotos de líneas aéreas).
Ahora bien, una vez pasada esta fase inicial de furor justificado, y si razonamos más detenidamente el asunto nos percataremos de una serie de hechos más que razonables.
Para empezar, a todos los trabajadores nos encantaría tener un sindicato de la eficacia del SEPLA para defender nuestros intereses; pero también al contrario: A cualquier sindicato le encantaría tener unos afiliados como los pilotos de líneas aéreas, un colectivo siempre con apariencia de unidad y capaz de seguir disciplinadamente las consignas emitidas.
Muy sindicalistas no parecen.....pero su eficacia nos debería hacer reflexionar a todos, incluyendo trabajadores y sindicalistas
Resulta pues un tanto contradictorio que un colectivo tan poco proletario como es el de los pilotos nos deba mostrar el camino a seguir en cuestiones de representación sindical.
Sus virtudes incluyen la claridad de ideas y de objetivos, la contundencia de sus reclamaciones, y en especial la unidad de acción de todos los afiliados. Es decir, que cuando el sindicato ordena huelga, todos los pilotos hacen huelga. Esa es su fuerza, y gracias a ella consiguen mantener sus privilegios. Están en su derecho, y no seré yo quien les critique. Y esto lo hacen sin que les preocupe lo más mínimo su pésima imagen social, sin duda fomentada, entre otros, por las diversas autoridades que se ven incomodadas frente a un colectivo tan beligerante.
Nunca han dudado los pilotos en provocar situaciones como esta cuando han sentido que sus derechos han sido reducidos.....
Por el contrario, ¿qué sucede con el resto de colectivos laborales y sindicales?, y más de cara a la próxima huelga general. Todo son conflictos, divisiones, choques de intereses, peleas intestinas, etc. Y al final sucede lo que es lógico. Los sindicatos absolutamente desprestigiados, los trabajadores huérfanos de representación, la balanza del diálogo social absolutamente desequilibrada a favor de los empresarios; y por tanto lo que logramos es una reforma laboral de esta agresividad contra los trabajadores, en la que se pierden derechos cuya consecución en siglos ya pasados costó la vida de muchas personas.
Por supuesto toda esta maquinaria está convenientemente engrasada por aquellos a quienes interesa que esta rueda siga rodando cada vez a mayor velocidad. Es lógico, si nadie es capaz de ponerle freno. Uno de los mejores ejemplos es la fiereza con la que está respondiendo la derecha mediática a la convocatoria de huelga general.
Se lanza una imagen de que el trabajador que haga huelga es un irresponsable porque lo único que hace es favorecer a unos parásitos sindicalistas vagos y acomodados. Y aunque pueda haber algo de cierto en ello, debemos ser los suficientemente adultos como para saber distinguir entre un sindicato inepto y la defensa de nuestros derechos. En ambos sentidos el modelo ejemplar es el del SEPLA....
Leave a comment