Casi todo el mundo ha visto en televisión las imágenes de Pepe pisando la mano de Messi durante el último Real Madrid - Barcelona. Quizá no todo el mundo sabe que el central madridista posteriormente ha dicho que fue involuntario. Solo aquellos cegados por su fanatismo (que no son pocos) pueden creer la versión del pisoteador de manos. Pero bueno, al fin ya al cabo esto es fútbol, y no deja de ser un entretenimiento intranscendente. Los seguidores mantienen una fidelidad a sus colores vitalicia. Y no es malo, ni negativo porque se trata (casi siempre) de algo simplemente lúdico.
El problema viene porque este mismo fanatismo se aplica con frecuencia a la política, más concretamente a los partidos políticos. Mucha gente cree ciegamente lo que dicen los "de su partido", aunque sean disparates, mentiras y majaderías tan enormes como la de Pepe cuando afirma que su pisotón fue involuntario. Y en este caso el problema es muy importante porque nuestros políticos manejan nuestro bienestar personal y social. Estamos viendo en estos difíciles días como sus decisiones nos afectan cotidianamente.
Al igual que muchos políticos al uso, Pepe ha afirmado que su pisotón fue involuntario. Muchos fanáticos emplean en ambos casos los mismos criterios de credibilidad
No pienso caer en la tentación de poner ejemplos que en la cabeza del lector seguramente están apareciendo a patadas.
Sin embargo, me gustaría profundizar un poco más en el símil futbolístico porque me parece muy ilustrativo de la irracionalidad con la que en muchos casos nos relacionamos con los partidos políticos.
Recordemos por ejemplo el modo en el que seguimos una noche electoral, ¿se parece al irracional seguimiento que hacemos de las absurdas votaciones de Eurovisión?. Es evidente que no debería ser así.
¿En que se diferencia el festejo delante de la sede de un partido de una celebración por un título conquistado por un equipo de fútbol?. En nada. Así nos va.
¿Juzgamos igual las meteduras de pata de "los nuestros" que las de "los contrarios"?. La respuesta, creo que en un porcentaje elevadísimo, es "no".
¿Cuántas veces consentimos a "los nuestros" con el absurdo argumento de "los otros más"?.........
Muchas victorias electorales se celebran como títulos deportivos. Ambas cosas son absolutamente diferentes.......
La enseñanza de todo esto, es que debemos aprender a ser críticos, que un partido político no es nuestro equipo de fútbol, que en ambas circunstancias las cuestiones que se ventilan son totalmente diferentes.
La intranscendencia del fútbol nos autoriza a ser parciales, a defender incluso lo absurdo, y a ser fieles a unos colores suceda lo que suceda. Es decir, a pensar incluso que el pisotón de Pepe fue involuntario.
Sin embargo en política deberíamos aprender a no ser fieles a unos colores, a tener uan ideología propia y clara, a ser críticos, en especial con "los nuestros"; en resumidas cuentas a no creer que a Camps no le regalaron los trajes (y muchas más cosas) a cambio de nada; y por tanto que nuestro voto no fuese prisionero de un fanatismo absurdo y futbolístico.
Dos ruedas de molino: Una imagen que me parece muy apropiada para este momento
En las decisiones de los políticos que elegimos cada 4 años está nuestra educación, nuestra sanidad, nuestros sueldos y pensiones. Y lo que es más grave, los de nuestros hijos y nietos. Quizá nuestro voto debería basarse en estas ideas y no en esos fanatismos que en muchas ocasiones nos nublan la evidencia y la inteligencia.
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