Estamos totalmente sumergidos en campaña electoral. Sinónimo inequívoco de que en las próximas semanas escucharemos majaderías, mamarrachadas, insultos de brocha gorda de todo color, tamaño y forma. Es inevitable, pero no deseable, por supuesto.
Por ahora una de las más destacables, y por supuesto comentadas, ha sido la de Durán i Lleida. El ínclito político catalán que va de moderado, pero que en campaña electoral suele afilar la lengua y tirar de los topicazos más rancios, ha venido a decir que los jornaleros andaluces malgastan en tabernas las subvenciones que salen de los bolsillos de los honrados y hacendosos trabajadores catalanes.
En fin, creo que est´casi todo dicho en cuanto a la interpretación de las palabras de Durán i Lleida, en especial cuando en un ataque de demagogia barata se ha relacionado todo esto con su foto en la suite del Palace. Ese es otro problema diferente
La ola de críticas y reacciones que ha despertado las palabras del convergente ha sido más o menos la esperada. Esta es una reacción previsible y perfectamente controlada.
Y eso es lo grave de este asunto: la trampa de los nacionalismos. De todos los que hay y ha habido en la historia. Han sobrado 2 minutos de palabras de un político para que hoy el jornalero andaluz se sienta menospreciado por cualquier trabajador catalán; mientras el operario de la fábrica catalan sometido a un ERE piensa que el culpable de su situación es el vago andaluz que le roba los impuestos. Mientras los de siempre cuentan los billetes en sus paraísos fiscales.
¡Qué gracioso el tío!....Y ¿quién financia el cambio de letreros de 4 provincias, las traducciones no rentables, las famosas pseudoembajadas?....
La historia ha sido siempre así: los nacionalismos y las religiones han sabido aprovecharse de las más bajas pasiones de sus pueblos para lanzarlos a artificiales y estúpidas confrontaciones, muchas de las cuales han acabado en crueles guerras de las que se han beneficiado los de siempre.
Esa imagen de un soldado adolescente en una trinchera bajo una bandera aterrorizado enfrente de otro soldado adolescente igual de aterrorizado bajo otra bandera diferente dispuestos a matarse por no sé qué ideales se ha repetido demasiadas veces en la historia....
Y esos estúpidos enfrentamientos han siempre sido atizados por palabras como las de Durán i Lleida.
Esa es la gravedad de sus palabras.
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