Hoy es noticia de primera plana en muchos periódicos que las Bolsas ayer sufrieron un espectacular ascenso. Al parecer la causa del mismo es la prohibición de tomar durante un par de semanas las denominadas posiciones cortas en algunos de los valores más importantes del IBEX-35. Gracias a la noticia me he enterado qué son las posiciones cortas (dejo un enlace de El País abajo, si a alguien le interesa).
En resumen, este tipo de operaciones no dejan de ser más que una apuesta sobre algo que va a suceder, en concreto la bajada en la cotización de algún valor bursátil. Pero detrás de este tipo de movimientos hay escondidos terribles intereses. Por ejemplo un fondo de inversión apuesta a que un valor va a bajar en la Bolsa; y claro, es una apuesta marcada, porque gracias a su tremendo poder pone en juego las herramientas necesarias para que ese valor baje, y de ese modo logra un gran beneficio.
Es casi igual que las apuestas deportivas, pero con una importante diferencia, que es como si en un partido, un jugador de uno de los equipos pudiese apostar su dinero por que su propio equipo va a perder el partido. Ya imaginamos cuál sería el resultado.
Y si esto está prohibido en las apuestas deportivas ¿por qué no en el mundo financiero?
Pero hasta aquí, todo sería anecdótico, porque si esto quedase circunscrito en los círculos financieros, pues aquí paz y después gloria. Pero no es así. Y lo estamos padeciendo día a día, porque según suba o baje la Bolsa, a los ciudadanos nos aumentan los precios, nos despiden más fácilmente, nos incrementan la edad de jubilación, nos bajan los sueldos, etc, etc, etc. Y todo para que estos apostadores mantengan sus disparatadas cifras de beneficios.
¿HASTA CUÁNDO VAMOS A PERMITIR SEMEJANTE DISPARATE?
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