Hace unos días comentábamos en estas mismas líneas que uno de los problemas más graves a los que nos enfrentamos es la ausencia de alternativas razonables en el loco mundo actual. Algunos amigos dibujaban sus propias hipótesis, como optar por un partido de centro como el CDS, que parece pretende revivir de sus cenizas (he de aclarar que esta idea me fue comentada antes de que un político tan centrista como Álvarez Cascos fuese propuesto como líder del CDS); u optar por alianzas de políticos "de prestigio" como la que constituirían Pérez Rubalcaba y Rodrigo Rato.
Independientemente de cualquier otro análisis particular, he estado meditando mucho sobre este tipo de soluciones. Y sinceramente creo que tampoco nos conducen a escenarios públicos diferentes al actual. Porque comparten el mismo corsé ideológico, que se puede resumir en que hemos aceptado que esto es lo que hay, y que a lo único que podemos es aspirar al menor de los males....No me gustaría conformarme con esta situación. Aunque me cuesta mucho encontrar una solución. Pero si planteamos correctamente el problema, estaremos más cerca de ella. A continuación intentaré describir algunas de las características de este corsé ideológico que nos han impuesto y que apenas nos permite agitar los brazos y las piernas, mientras impide que el resto de órganos esenciales apenas puedan moverse un milímetro.
Desde muy pequeños, diversas influencias, pero sobre todo los medios de comunicación encorsetan nuestros pensamientos y limitan nuestro campo de visión.
En primer lugar, uno de los axiomas indiscutibles en la ideología del siglo XXI es que si se toman medidas que favorezcan los beneficios empresariales, este beneficio se transmite de manera casi automática al conjunto de la ciudadanía. La crisis actual demuestra de manera indiscutible lo falso de este planteamiento. Pero los discursos políticamente correctos de nuestros representantes y medios de comunicación obvian esta falsedad y han logrado convencer a una parte enorme de la población de semejante disparate. El ejemplo de los bancos irlandeses es especialmente sangrante en este sentido. Sin embargo, el planteamiento contrario es evidentemente cierto, es decir, perjuicios de los beneficios empresariales son negativos para el bolsillo de los contribuyentes. Pero esto no justifica que ante los beneficios empresariales (en muchas ocasiones disparatados) los ciudadanos de a pie debamos sacrificar gran parte de nuestros derechos sociales adquiridos ni de nuestros ingresos económicos con la falsa esperanza de que nos serán devueltos con ganancias por el empresariado.
Otro de los axiomas "indiscutibles" que nos han impuesto los líderes de opinión neoliberales es que "lo público" no funciona. Al abrigo de esta argumentación se han cometido algunos de los más graves atentados al bien común en forma de brutales privatizaciones. Veamos un ejemplo reciente, pero que ilustra antiguos tiempos de amiguismo de Aznar con empresarios multimillonarios. El gobierno Zapatero privatiza el 30% de la Lotería Nacional, y en los noticiarios nos presentan semejante disparate como un ejemplo de buena gestión. Y digo disparate porque no entiendo qué beneficio obtenemos los ciudadanos con la privatización de una "empresa" pública que ofrece beneficios a las aracas comunes. Es como vender el coche para comprar gasolina. Eso sí, algún amiguete millonario gracias a este tipo de cosas se habrá hecho multimillonario.
Pero en este sentido, me parece que hay un aspecto mucho más grave que el inmediato enriquecemiento de unos pocos y sobre el que me gustaría profundizar: Y es la asunción generalizada de que lo público no funciona. Efectivamente, el sistema público actual de funcionariado conduce en numerosos casos a un estancamiento de sus profesionales que finalmente se traduce en una brutal ineficacia. No seré yo quien niegue que esta circunstancia es tremendamente frecuente. Pero la solución y la conclusión a este problema no ha de ser el eliminar todo rastro de empresa pública. Es mucho más sencillo y complejo a la vez. Creo que lo que se debe hacer es gestionar bien los recursos públicos, para que produzcan beneficios al conjunto de la sociedad. No debe ser tan difícil, porque si echamos una sencilla "cuenta de vieja", por ejemplo, supongamos una empresa pública de 100 trabajadores de los cuales un 10% lo constituyen los directivos. Todos tienen unos sueldos fijos, y deberían tener una participación de los beneficios, que es sin duda el mejor camino para lograr que esta empresa sea rentable. Si esta empresa produce beneficios, éstos van al conjunto de las aracas públicas, y encima da trabajo a 100 personas que pagan religiosamente (no les queda otro remedio) sus impuestos. Pero supongamos que esta empresa en privatizada. Lo primero que hacen es contratar una auditoría de recursos humanos que llega a la brillante conclusión de que sobra un 20 % de la plantilla, y de que el resto tiene que producir un 35% más. Finalmente se llega después de varios pasos de este tipo, a dos situaciones: Por un lado, a pesar de todo la empresa sigue siendo rentable, quedan 25 trabajadores productivos, que con contratos basura, cuando no en "B" mantienen con sus trabajos a un número similar de directivos, la externalización de numerosos servicios de soporte de su empresa, etc, etc. O como segunda posibilidad, la empresa quiebra, los trabajadores van al paro (que pagamos todos), mientras los dueños desaparecen y nadie sabe donde ha quedado la pasta.....Eso si todo es tan capitalista y aseado que casi ni nos percatamos de lo que en el fondo está sucediendo.
Y por último, otro de los axiomas que nos han introducido en lo más profundo de nuestro cerebro es que las administraciones, cuanto más locales y más "cercanas al ciudadano", pues mejor. Y no es cierto para una inmensa cantidad de problemas. Esto vale para asfaltar calles en mal estado y arregla papeleras, pero cuando se trata de grandes números, la dispersión del poder público es el principal de los poderosos mercados que no conocen fronteras ni barreras. Es decir, si pretendemos enfrentarnos a los monstruosos mercados multinacionales no podemos hacerlo con pequeñas "armas" en forma de pequeños países ( y mucho menos de ridículas autonomías). Estas armas han de tener al menos el mismo calibre que las del enemigo, de lo contrario la batalla está perdida de antemano.
Y para terminar, me gustaría dejar cerrado el círculo: Los principales beneficiarios de estos axiomas falsos son los mismos que tienen el poder para inculcarlos: Así nos luce el pelo.
http://www.elconfidencial.com/espana/cascos-cds-adolfo-suarez-asturias-20110104-73191.html
http://alberto-infiernorojo.blogspot.com/2009/05/su-crisis-la-pagan-los-trabajadores-las.html
http://elcontadorvirtual.blogspot.com/2010_10_17_archive.html
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