La popularmente llamada Ley Sinde fue rechazada en el Congreso de los Diputados. Sobre este asunto se han despertado numerosas reacciones, y en la inmensa mayoría de ellas se ha actuado como en tantas otras ocasiones similares: Casi todo el mundo elige la calle del medio, y se apartan los matices de las discusiones. Yo voy a intentar aclarar algunos aspectos y puntos de vista que me parecen interesantes sobre tan polémico asunto.
Por un lado, desde el Ministerio entiendo que se está intentando regular una situación injusta e insostenible, como es que en Internet haya gente que está haciendo negocio y ganando dinero con el trabajo de otros (los autores, se supone); además supongo que se ha pretendido dotar de herramientas sancionadoras ágiles a un mundo tan rápidamente modificable como Internet. No sé si el articulado de la polémica ley es la mejor herramienta para lograr estos fines, aunque teniendo en cuenta la ausencia de propuestas alternativas, es posible que sea la menos mala de las situaciones.
Las reacciones a la propuesta de ley han sido numerosas, casi todas interesadas, (porque hay mucha pasta por medio), y en general de una simplificación insultante a la inteligencia.
1º: Para empezar, el gobierno: Cabe plantearse la necesidad de una ley de estas características. Por un lado, cumplen su función de gobernar, legislando acerca de un problema de la sociedad. No sé si la legislación planteada es la más adecuada a la problemática actual, entre otras cosas, porque no soy jurista, y al igual que la mayoría de los que han opinado vehementemente sobre la ley: Yo tampoco la he leído. En cualquier caso, al menos es una propuesta.
Lo que si queda claro es que parece bastante inoportuno, en términos electoralistas, poner en juego parte del escaso prestigio que tiene el PSOE por una cuestión aparentemente poco trascendente. Sólo por esto, creo que es loable esta iniciativa legisladora.
Otra cuestión es la propia ministra: su airada reacción ante la pregunta de si pensaba dimitir, refleja un estado de nervios impropio en alguien que maneja un timón ministerial.
2º: Para continuar, los partidos políticos. Su única pretensión es desgastar al gobierno con esta cuestión. Lo demás les importa un pimiento. Por un lado el PP: A estas alturas del partido ya sabemos que son capaces de oponerse a cualquier iniciativa del PSOE, aunque esté incluida textualmente en su programa electoral. Parecen no darse cuenta de que el gobierno se desgasta él sólo con otras cuestiones, y que quizá los ciudadanos valorarían positivamente un acto de responsabilidad por parte de sus líderes, aunque sea en una cuestión secundaria como la de los derechos de autor.
Pero por otra parte, los partidos nacionalistas, que en otras ocasiones sostienen al gobierno socialista, en esta ocasión de gran calado mediático, pero de escasa importancia estructural han preferido dar la espalda, para mantener las distancias con el barco socialista en proceso de hundimiento.
Es decir, a nadie le importa nada la legislación discutida en el Congreso, las miras de estos partidos son cortas y apenas atienden a sus pretendidos intereses electorales. La prueba más palpable a esto que comento es la ausencia absoluta de propuestas alternativas.
3º: "Los internautas". Ese ente extraño, uniforme y anónimo que reflejan los noticiarios NO EXISTE. En Internet están incluidas todas las ideologías y opiniones existentes, precisamente esa es su "magia", y por definición, no puede existir una reacción uniforme desde la red a ninguna cuestión. Por ejemplo, en mi caso, no me siento en absoluto amenazado por la ley Sinde, porque no creo que nadie venga a cerrarme este blog por las opiniones que en él escribo, y así sucesivamente. En este sentido, ayer escuchaba en la COPE comparar la citada ley con la censura de internet que realiza el gobierno chino. Son los disparates de esta magnitud lo que habría que criticar desde todos los puntos de vista, pero bueno esto es lo que hay, una muestra más que evidente de la simplificación ideológica tan característica de nuestro siglo XXI.
Por otro lado, dentro de las reacciones de asociaciones de internautas, hay mucho interesado y mucho caradura. Se están confundiendo dos cuestiones muy diferentes porque se está introduciendo en el mismo saco el libre intercambio de archivos, y el negocio de proporcionar obras protegidas por derechos de autor. Es decir, yo puedo compartir mis archivos con quien me dé la gana, especialmente porque pago un canon digital. Y actualmente la tecnología me permite hacerlo de muy diversas maneras, y no creo que esta actividad deba estar restringida. Otra cuestión es que yo monte una página en la que la gente se pueda descargar y compartir archivos, y en la que yo gane dinero gracias a ello. Ya sea de forma directa, o indirecta a través de la publicidad. Y aquí creo que está el quid de la cuestión, en el aspecto económico. No me parece ni lícito ni moralmente aceptable que haya gente ganando dinero (en ocasiones mucho) en Internet a expensas del tráfico de obras que han creado y producido terceras personas. Y eso es lo que debería estar restringido. Insisto, supongo que contra esto es contra lo que va dirigida la ley Sinde y el famoso cierre express de páginas web. Si es así, no seré yo quien se oponga a dicha medida.
Y como tercera pata del taburete de "los internautas", también los denominados usuarios, deberíamos hacer una introspección. La pretensión de fusilarnos todo gratis es absurda. Otro debate es el precio justo de las cosas (luego comentaré cosas en este sentido), pero lo que si parece claro, es que el "todo gratis" no es decente. Bien es cierto que tenemos derecho a quejarnos cuando nos cobran un disparatado canon digital por hacer una copia de las fotos de la comunión de un sobrino, o incluso cuando le paso una copia de un CD a un amigo, cosa que antes hacíamos grabándonos cintas; Pero de ahí a pretender que bajarnos las pelis, los discos y los libros deba ser gratis, hay un abismo. A todos nos parece razonable que nos paguen por nuestro trabajo, y cuanto más, mejor. Y por tanto, debemos asumir que los actores, músicos, escritores, etc cobren por sus trabajos.
Soy también consciente de que va a ser difícil desterrar esa idea tan extendida en la actualidad de que el que se compra un disco, o una película o un libro es idiota, porque se lo puede bajar gratis de Internet, aunque debemos pelear porque así no sea.
4º: Las empresas de telecomunicaciones: Son las grandes interesadas en mantener el tráfico de cantidades ingentes de material, y por tanto las principales beneficiadas subsidiarias del pirateo. Esas ofertas de ADSLs de tropecientos megas con las que nos invaden solo tienen una justificación: Poder bajarse películas, discos, etc sin límite. Tanto es así que a veces me asombra de donde saca el personal tiempo para poder ver, escuchar o leer tantísimas cosas. En cualquier caso, son estas compañías las que promocionan el tráfico de grandes archivos con sus irresistibles ofertas, y que por tanto se benefician del mismo. Y por ello no debemos ser ingenuos y pensar que nada tienen que ver de manera directa con la diversidad de ofertas de descargas que existen en la red.
5º: La industria audiovisual: Sin duda alguna, también tienen parte de culpa (y no pequeña) en toda esta lamentable situación. Una de las justificaciones habituales del pirata es que porque se va a comprar un disco que vale 18€ en la tienda, teniéndolo gratis en Internet. Y no le falta razón, teniendo en cuenta que en muchas ocasiones ese disco original, apenas trae una foto del artista en cuestión, junto a un "gracias a mi público", en un envase de cartoncillo mal presentado. El problema en cuestión es cómo demonios se llega a ese disparatado precio final, por un disco, un DVD, incluso por una entrada de cine (9€ si es en 3D, parece un abuso). La respuesta es sencilla: Se ha creado un sistema que se retroalimenta constantemente: tan sólo venden los artistas famosos y conocidos; para llegar a ser un artista famoso y conocido hace falta una gran promoción de "su producto", y esta promoción vale muy cara, y debe ser repercutida en el precio final del producto. Resultado final: los precios que alcanzan los Cds, DVD,s, libros, entradas de cine, etc son desorbitados. Sucede también como con los agricultores que se quejan de lo poco que cobran por sus productos, mientras que en los supermercados esos mismos productos alcanzan precios 10 y 15 veces superiores. Los grandes enriquecidos son los intermediarios, que no se juegan nada...
La solución a esta problemática debería ser sencilla: Por un lado, tendría que pasar por reducir el precio final de la música, libros, cine, etc, reduciendo el número de intermediarios por los que transita el producto a vender, así como los enormes gastos en promoción; mejorando el producto final, ofreciendo contenidos extras, presentaciones atractivas, etc; y en tercer lugar, adaptándose a los nuevos formatos y soportes. En fin, que las grandes multinacionales deberían modificar significativamente sus estructuras, y eso ya sabemos en que se traduce habitualmente: En una exigencia a la sociedad de que se adapte a las políticas de las multinacionales, de modo que finalmente la montaña acabe yendo a Mahoma.
6º: La SGAE. Al menos en España ha acabado por convertirse en una organización antipática y desagradable. Porque su cara visible suele ser gente acomodada, empezando por su presidente, que recuerda a los recaudadores de impuestos de los cuentos infantiles, que roban a los pobres para dárselo a los ricos. Mucha gente, aunque creo que en muchos casos es una excusa simplona, justifica una actitud de pirateo militante por fastidiar a la SGAE, con el rostro visible de Ramoncín a la cabeza.
Creo que es imprescindible un cambio de imagen en la SGAE que explique a los ciudadanos y consumidores sus funciones adecuadamente, porque la situación actual produce rechazo y despierta un sentimiento de justificación ante sus "agresiones". Ver a tipos como Alejandro Sanz desde su dorado retiro en Miami, exigiendo más dinero por sus creaciones, es como ver a los controladores quejándose por sus malas condiciones laborales. Lo que tendría que hacer Alejandro Sanz es reducir lo que paga por promocionar sus discos, para de ese modo poder abaratarlos y que entonces la gente en lugar de bajárselos se los comprase....pero claro, entonces a lo mejor sin promociones masivas (su música hasta en la sopa) no habría tanta demanda de sus canciones, y lo que tendría que hacer sería mejorar la calidad de sus composiciones....
Son precisamente este tipo de anuncios y promociones lo que en muchas ocasiones hace que el precio de los discos sea disparatado.
En fin, que ya no me alargo más por hoy....Creo que he dado suficiente a casi todo el mundo
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