Supongo que muchos honestos trabajadores en algún momento de las últimas semanas nos hemos planteado de manera más o menos intensa y razonable qué hacer el miércoles que viene: es decir si vamos a currar como un día cualquiera o por el contrario secundamos la convocatoria de huelga.
Sin duda ya es mucho más que cualquier político, sindicalista, empresario o periodista. Toda esta gente debe estar a estas alturas perfilando los últimos detalles de los discursos que darán el día 30 tras la Huelga General del 29. Ninguno de ellos va a permitir que la realidad le estropee su distorsionada e interesada mirada de la realidad. El reciente antecedente de la huelga de funcionarios así lo demuestra.
A pesar de lo que la mayoría de estos personajes van a empezar a vender el jueves 30 de septiembre, la realidad continuará inscrita en la "escala de grises". No habrá ni blancos ni negros, como tampoco los ha habido hasta ahora. Hay motivos para ir a la huelga y motivos para pasar del asunto. Personalmente pienso que los motivos que me inclinarían a secundar la huelga general son esencialmente de índole idealista; mientras que los que me animan a no hacerlo son fundamentalmente prácticos. Intentaré explicarme:
Independientemente de lo que digan los sindicatos y otros personajes de similar calaña, creo que el principal motivo para expresar nuestro descontento hacia la situación actual y hacia las medidas (tan neoliberales) que ha adoptado el gobierno para reconducir esta situación es el agravio comparativo. Es decir, de nuevo somos los asalariados los que pagamos el pato de una crisis que ha tenido 2 grupos (en ocasiones íntimamente imbricados) de culpables y a la vez beneficiados: Los empresarios de ladrillos y negocios afines; y los consejos de administración de las grandes multinacionales. A los asalariados nos van a bajar los sueldos, nos van a despedir con más facilidad, nos van a retrasar la edad de jubilación, nos van a subir los impuestos....y a los culpables de la crisis les van a dar ventajas fiscales. Es indignante, y quieren hacernos ver que es la única alternativa posible (veremos qué sucede cuando esta crisis se vuelva a repetir). Al menos, que nos dejen patalear, porque no creo que ni los más fervientes defensores de la huelga del miércoles crea que el Gobierno va a rectificar las medidas adoptadas. Pero, esta es otra trampa en lo que nos están haciendo caer los grandes grupos de poder político y periodístico: No hay alternativas. Pero yo creo que aunque patalear puede ser lícito moralmente; si que tenemos un arma que no sabemos usar: Nuestro voto. Existen alternativas a "Guatemala y Guatepeor". Busquémoslas.
Como decía anteriormente, los motivos para no secundar la huelga me parecen de carácter práctico en su mayoría, y son muy diversos. A ver si no olvido ninguno
- Secundar la huelga parece una muestra indudable de adhesión a las organizaciones sindicales mayoritarias. Y con la que está cayendo, éstas no parecen las asociaciones más populares entre la población general. Cierto es que los representantes sindicales no se caracterizan por ser ejemplarizantes modelos de laboriosidad; pero vuelvo a lo de antes.....Alguien les ha votado para estar ahí. En cualquier caso me gustaría aprovechar para romper una lanza a favor del movimiento sindicalista (no tanto a favor de los sindicatos), ya que constituyen el contrapeso de la balanza en las siempre complejas relaciones patronal-trabajadores; y ya sabemos qué sucede cuando el ávido brazo empresarial logra desequilibrar dicha balanza......
- Va a dar igual lo que cada uno de nosostros pueda hacer. Esta idea ya la adelantaba más arriba. El jueves leeremos índices de seguimiento que oscilarán entre el 10 y el 90%. A todos los políticos, sindicalistas, empresarios y en especial periodistas les va a importar muy poco nuestra decisión personal. Arrimarán el ascua a sus respectivas sardinas y les importará un pimiento que sus visiones no se vean refrendadas por los acontecimientos reales. Leeremos, escucharemos y veremos interpretaciones delirantes de los acontecimientos. De hecho los prolegómenos ya son muy prometedores, como cuando el gobierno, en una audaz muestra de surrealismo, parece preocupado porque la huelga no sea un completo descalabro sindical, o como cuando desde la prensa ultraderechista (El Mundo, ABC y La Razón) se lanza la idea de que esta huelga va dirigida contra el PP; o incluso cuando Cospedal afirma que el PP es el partido de los progresistas, mientras tiene claro que cuando llegue al poder dejará el paquete de medidas "socilistas" en un jueguito de niños.
- No están las cosas para dilapidaciones de ingresos innecesarias. Puesto que si una cosa parecemos tener todos clara, es que aunque hubiese un 95% de seguimiento de la convocatoria, el gobierno seguiría adelante con la reforma laboral.
- ¿A cuánta gente se le ha comunicado que si el 29 no va a currar, no hace falta que tampoco vaya el 30?. Aunque en este sentido, hay tácticas más sutiles y variadas, para que los jefes no permitan que el rebaño se descarríe.
En fin, que allá cada cual con sus motivaciones. Eso si, intentemos evitar la hipocresía. El miércoles se enfrentan dos derechos fundamentales: el de la huelga y el de trabajar. Hay mucha gente interesada en decirnos qué debemos hacer. Y aunque las presiones serán fuertes y en muchas ocasiones insalvables, creo que cada uno debemos tener claro el terreno que pisamos y nuestras verdaderas motivaciones. Por ejemplo un estibador que se encuentra con un piquete de estibadores incontrolado secundará la huelga sin ningún miramiento; mientras que el inmigrante con un contrato temporal al que su jefe le ha dicho que o curra el miércoles o que se vuelve a su país, tendrá muy claro lo que hará. Y en medio de estas situaciones, se situarán nuestros políticos intentando obtener cuantas tajadas puedan.
En 2012 hay elecciones y en el voto secreto no hay presiones de estas características que valgan. Así que si seguimos votando lo mismo, perderemos el derecho a quejarnos cuando nos vuelvan a robar las tajadas del plato.
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