La reciente crisis económica y financiera que padecemos ha demostrado diversas cosas a quien sepa leerlas. Entre otras, y no precisamente de menor importancia, ha quedado meridianamente claro que las estructuras político-administrativas (esencialmente nacionales) han quedado ampliamente desbordadas.
Las finanzas del mundo occidental están en manos de una serie de entidades de oscuro origen pero de una evidente implantación supranacional. Podemos llamarlas corporaciones, multinacionales o como queramos, pero su ámbito de actuación supera con creces las fronteras de los mapas. Han demostrado sobradamente su capacidad para actuar fuera de las miopes normativas de los países que han intentado mantenerlas bajo control. Probablemente los altibajos de la Bolsa española reflejen mejor que ningún otro ejemplo esta situación. ¿Cómo ha respondido nuestro gobierno a estos "ataques"?. Pues probablemente de la única manera que es capaz: Respetando al máximo los privilegios de estos macrogigantes financieros y tensando la cuerda por su lado más flojo, el de los trabajadores.
No estoy ni mucho menos justificando esta actuación, pero si intentando encontrar la lógica a una serie de hechos de dudosa justificación en un gobierno que se dice social demócrata. ¿Tiene el gobierno español alguna alternativa?. Sinceramente la respuesta creo que es negativa. Supongamos que en un acto de valentía (probable suicidio) el gobierno Zapatero (o el que haya) decide aumentar los impuestos o cargar con nuevas tasas los rendimientos de los capitales de inversión. La respuesta de los pequeños inversores probablemente estaría dominada por la resignación, algo similar a lo que sucedió con los funcionarios. Sin embargo los grandes portaviones financieros, y gracias al enorme margen de maniobra que poseen, derivado sin duda alguna de su propio carácter ubícuo y multinacional, podrían muy bien levantar el tenderete e irse con los trastos a otra parte. De modo que el Ministerio de Hacienda se encuentra constantemente chantajeado por este tipo de corporaciones
Es sencillo: Si nos empeoras las condiciones, seguro que otros países están deseando que acudamos allá con nuestras gigantescas inversiones, y nuestros enormes fondos que pueden ser empleados para favorecer el crédito tan escasito en estos azarosos días. El ministro de turno se baja los pantalones. No le queda otra....Es más, por si acaso alguna oveja se descarría un poco, aún les queda otro argumento indiscutible: "Mira lo que fuimos capaces de hacer en Grecia". Supongo que este mercadeo de chantajes es el objetivo fundamental de foros tan poco transparentes como el G-8, el G-20 o el Club Bilderberg. Y esto sin duda alguna sucede de manera casi calcada en cualquier país que analicemos. Tanto más cuanto más vulnerables sean sus bases financieras. Y las nuestras lo son, y mucho: Turismo y ladrillos. También parece lógico pensar que las economías pequeñas de países pequeños son también más susceptibles a estos compadreos.
El resultado de este tipo de planteamientos se asemeja mucho a la realidad que padecemos: Gobiernos maniatados que dirigen sus respuestas legislativas al más débil, cuando el origen de la crisis económica es justamente el opuesto. Las víctimas callan y acatan con paciencia su destino.
Con este tipo de planteamientos aún me sorprende cada vez más que muchas personas, hábilmente dirigidas por políticos mediocres con transparentes intereses inmediatos, caigan en las garras de los nacionalismos. Es decir, pretenden dividir aún más el mapa mundial. Cojonudo para las megacorporaciones. Cuanto más pequeños y divididos se encuentren los países, más fácil y eficazmente serán capaces de ejercer sus métodos de control. Si yo fuera dirigente de una de estas corporaciones, buena parte de mis presiones políticas irían destinadas a favorecer a todos aquellos que defienden esa bella idea del derecho de autodeterminación de los pueblos. Al fin y al cabo si logran sus objetivos, tarde o temprano tendrán que pasar por caja. Un país de 2 millones de habitantes es más fácilmente controlable y chantajeable que uno de 20, y éste a su vez más que una asociacion de países de más de 400 millones.....
Por tanto, y aunque me adentre en terreno de la bella utopía. La economía mundial, que es una obstinada realidad, obliga a que los poderes públicos creen sólidas alianzas para defenderse de estos graves ataques. ¿Y qué más sólida alianza que la derivada de la desaparición efectiva de las fronteras nacionales?. Claro, es aquí cuando uno dirige su vista al exterior, y se percata de la pequeñez de nuestros dirigentes....y me echo a temblar.....y me resigno.....y pataleo......Porque es evidente que este no es un problema únicamente español.......Y me surge una duda:
¿Estarán en nómina o son así de simplones?
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