Esta semana se discutirá en las Cortes la modificación de la Ley que regula la interrupción voluntaria del embarazo. Y como bien dirían Les Luthiers, va a haber mucha gente que medite fuera del tiesto. Como sucede con frecuencia en la política actual, se van a establecer diversos diálogos de besugos con argumentaciones sobre temas paralelos, y nadie se pondrá de acuerdo en nada.
Lo que se va a discutir en el Parlamento es sencillamente si a la mujer que aborta se la va a meter en la cárcel y en que circunstancias esto puede suceder. Es decir que si una mujer aborta a las 32 semanas de embarazo, será un delito cometido por ella y por quien le asista.
NO SE VA A DISCUTIR ABORTO SI Ó ABORTO NO
Es decir, si por ejemplo, una niña es violada y su familia decide que su vida no se vea doblemente destrozada por semejante crimen, y supongo que tras una dolorosa decisión optan por el aborto, encima no metan a los padres en la cárcel con la acusación de homicidio. Es esto lo que se va a discutir esta semana, pero mucha gente interesada va a ocultarlo y va a dirigir la discusión hacia algo en lo que no nos pondremos jamás de acuerdo, ya que se trata de una cuestión puramente moral, y por lo tanto personal. El Estado en estas circunstancias debe garantizar la libertad de los individuos. Muchos olvidan que la Ley permitirá el aborto en determinadas circunstancias, y NO obligará a que nadie aborte en esas situaciones. Me parece increible que haya que estar recordando semejantes obviedades.
Pero vamos a decir las cosas claras. Es la Iglesia y sus grupos seguidores más radicales (incluyendo al PP) los que se echan las manos a la cabeza, se desgarran las vestiduras y sacan a sus obispos a la palestra para intentar convencer a los demás de que esta modificación de la ley es poco menos que la llegada del Maligno a la Tierra. Pero ¿qué se han creido?, ¿con que autoridad se atreven a decirme qué tengo que hacer y qué tengo que pensar?. Es indignante, aunque, claro la Iglesia Católica es incapaz de asumir que en el Siglo XXI somos muchos los que hemos decidido dictarnos nuestras propias reglas morales y no queremos que nadie nos imponga las suyas. Supongo que asumir semejante cambio histórico les cuesta, especialmente porque reduce su cuota de poder social, moral, y sobre todo económico. Yo únicamente pido a todos esos católicos razonables que existen, que respeten mis decisiones morales tanto como yo las suyas. Si me parece estupendo que ellos no quieran abortar, pero lo que yo y otros muchos queremos es que si en un momento dado de nuestras vidas nos llega una situación en que tengamos que tomar esa decisión, la ley nos ampare. Si puede que incluso dado el caso, decida no optar por el aborto, pero quiero tener el derecho a decidirlo.
Y eso es lo que se va discutir la semana que viene
Aunque sin ninguna duda, lo que va a a pasar la semana que viene es que los partidos políticos aprovecharan la ocasión para echarse en cara las banalidades habituales en lugar de establecer una discusión seria y enriquecedora. Por desgracia es lo que probablemente se merezca nuestra sociedad
Por último, otra cuestión que quería abordar es la hipócrita autodenominación de "Grupos Pro-Vida" que estos personajes que más activamente se oponen a que los demás podamos decidir. Son precisamente los grupos más ultracristianos los que más comumnemente se autodenominan así. Para mi cristiano y Pro-Vida son dos adjetivos contrapuestos y contradictorios. Y me explico brevemente: Para estos cristianos radicales la vida no es más que un concurso de méritos para llegar a su prometido paraiso, es decir, después de la muerte viene lo bueno. ¿Es eso una afirmación de la vida, o es más bien lo contrario?. Sin embargo, los ateos lo tenemos más claro: La vida es lo único que tenemos y debemos aprovecharla en todo su esplendor. para mi eso si que es afirmar la vida y ser un auténtico "Pro-Vida"
Leave a comment