"Acaba de morir de viejo el nuevo orden mundial"
(J. Ignacio Lapido, El dios de luz eléctrica)
Las últimas elecciones municipales y autonómicas parecen habernos traído un nuevo orden mundial a la política española. Ojalá me equivoque; pero creo que nuestras esperanzas han sido asesinadas antes de haber nacido.
Reviso prensa, escucho la radio e incluso veo noticias en televisión; pero no encuentro por ningún lado ni el más mínimo rastro de eso que se dio en llamar nueva política. Probablemente sea yo el que está equivocado, pero prefiero insistir en mi presunto error que en ser cómplice de todo esto.
Los presuntamente nuevos políticos han adoptado con inmediatez todos los vicios de los viejos partidos. Su corrupción es tan solo cuestión de tiempo y de ocupar determinados cargos durante los meses necesarios porque si se hacen las mismas cosas con los mismos métodos, el resultado será más que previsible.
Busco entre los nuevos mensajes algo que me ilumine la luz de la esperanza y no encuentro nada nuevo. Todo son mensajes imprecisos, declaraciones de intenciones vagas y afirmaciones de perogrullo como que las prioridades son reducir el desempleo y activar la economía para así impedir injusticias. Las declaraciones de los nuevos líderes son tan vacías como las de los viejos. Aunque en este sentido he de reconocer que hay excepciones, como Esperanza Aguirre, cuyas palabras tienen mucho contenido, aunque sería preferible que no lo tuvieran. En fin.
Ahora lo que está de moda es decir que se está al servicio de la ciudadanía, a favor del empoderamiento de la gente, y todo eso. Sin embargo, se hace justo lo contrario. Por ejemplo en Andalucía, y contraviniendo gravemente sus fundamentos, Podemos decidirá desde sus despachos su relación con un eventual gobierno del PSOE. Esto es muy viejo, y sigue colando, es asombroso: Se dice una cosa dedicada a la afición; y se hace la contraria.
Si entre los presuntos nuevos políticos una de las pocas propuestas concretas de cierta envergadura que se ha lanzado es la de reducir el sueldo a los concejales del ayuntamiento de Barcelona. Medida populista donde las haya y que no resuelve nada; antes bien: un político mal pagado es más fácilmente influenciable para un Tamayazo. Tan solo hay que pensar en que por ejemplo la reducción de sueldos de la policía acarrea indefectiblemente un incremento de la corrupción....
Pero desde estas líneas siempre he intentado ser constructivo. Yo quiero escuchar propuestas concretas, discutibles y no las obviedades elementales de todos los días. Esto es uno de los aspectos fundamentales de la Nueva Política, ya estamos hartos de políticos que no se mojan ni bajo un aguacero, que tan solo aprueban medidas encaminadas a favorecer sus intereses personales....
Vamos a poner un ejemplo. A todos se les llenan la boca de elogios de los trabajadores públicos (bueno a lo mejor no al 100%), en especial cuando han de pedir su voto. Propongo una medida que mejoraría brutalmente la función pública. Es muy sencilla, pero tiene un grave problema: reduce el poder de los gobernantes.
Dicha medida sería que los cargos por debajo de Director General o equivalente en Comunidades y Ayuntamientos fueran funcionarios de carrera, que obtuvieran su plaza por oposición pública, y de este modo se acabase con la libre designación, que en la mayor parte de ocasiones es la agencia de colocación de nuestros partidos políticos, para familiares, compromisos y otros ineptos.
No he escuchado a ningún partido hablar de algo así, y me temo que es porque una medida así supondría una merma de su poder....tampoco supone nada muy novedoso, pues algo muy parecido funciona en países tan calamitosos como Francia.
En cualquier caso, también soy consciente de que mientras la ciudadanía no exijamos este tipo de medidas de verdadera regeneración democrática, aquí no hay nada que hacer, pues ni los viejos; ni los presuntamente nuevos políticos van a levantar un solo dedo en contra de sus intereses a menos que se vean obligados.