Desde hace tiempo llevo meditando este artículo. No me resulta fácil escribirlo. Hoy, justo después del primer resultado de Podemos en unas elecciones autonómicas, me decido a hacerlo.
A comienzos del año pasado me sentí, como muchas otras personas, ilusionado con el nuevo proyecto político que supuso Podemos. Hasta tal punto que hice algo que jamás hubiese ni imaginado, como fue lanzarme a pegar carteles electorales, o incluso participar como apoderado en las elecciones al Parlamento Europeo. Participé activamente en asambleas, reuniones, etc, tanto como mis obligaciones personales y familiares me permitían. De hecho, incluso fui votado como miembro del Consejo Ciudadano de Podemos de la ciudad en la que habitualmente participaba.
Aunque es imposible señalar un único motivo para despertarme esta inusitada ilusión política, creo que el más importante era que algo nuevo se estaba cocinando. Una nueva forma de hacer política, en el que las personas normales, tan castigadas habitualmente por las decisiones políticas, tomásemos las riendas de nuestras vidas y buscásemos los mecanismos que permitiesen un cambio honesto y eficaz en la actividad política. Las herramientas principales de este cambio eran la participación ciudadana, la transparencia y una concepción radicalmente democrática de la actividad política.
El tiempo me ha demostrado que fui un ingenuo. Tras los espectaculares resultados de las elecciones europeas de mayo las cosas cambiaron drásticamente. Mucha gente nueva empezó a aparecer en los Círculos, supongo que cada uno con sus intereses y ambiciones individuales; pero lo grave es que desde la naciente dirección del partido se empezó a sentir un terrible miedo a dicha participación. Había pánico a que personas incongruentes con el proyecto se colaran por la puerta de atrás y se aprovecharan del tirón mediático y electoral de la nueva iniciativa, aunque en ocasiones, sospecho que las cosas estaban muy trazadas desde tiempo atrás, pero no tengo pruebas al respecto. Y en ese momento transcendental, en lugar de confiar en el proyecto y en las personas, en una huida hacia delante, se optó por un catenaccio (término futbolístico que define una táctica ultradefensiva) que se tradujo en dos circunstancias que finalmente se han convertido en un terrible cáncer:
En primer lugar, se decidió no confiar en la ciudadanía y no presentarse a las elecciones municipales de 2015. Esta decisión de marcado perfil estratégico supone un mazazo de difícil digestión para una gran mayoría de los pequeños Círculos Locales que constituyen la esencia de las bases de Podemos; es cierto que evita la incorporación de personas con oscuros intereses al proyecto; pero también lo es que limita significativamente las posibilidades de participación activa a muchas personas. Tan solo el tiempo dirá como de acertada fue la decisión.
Pero lo más grave que sucedió fue establecer un mecanismo de elección de personas en listas plancha. Es cierto que el sistema es aparentemente democrático; pero la práctica ha demostrado que finalmente se eligen aquellos que portan el sello de pata negra que otorga Pablo Iglesias (Claro que Podemos), o eventualmente algunos personajes de fuerte tirón mediático como Pablo Echenique o Alberto San Juan.
Este mecanismo es como el vídeo que mató a la estrella de la radio, porque las personas saben que la mejor manera de progresar en la organización es de la mano de Pablo Iglesias o de su equipo más cercano, para contar con el aval "oficial", y de ese modo, casi asegurarse estar en el lugar adecuado para ser elegidos. Por tanto, gracias a este mecanismo de elección de personas, se generan unas dinámicas de favores y fidelidades exactamente igual a las que se producen a los partidos tradicionales: Los cargos electos dependen de alguien que les aúpe al lugar oportuno; y no de la decisión de la ciudadanía.
A la vista de estas circunstancias muchas personas comienzan a abandonar los Círculos y la participación activa. La muerte de la estrella de la radio....
Hay muchos otros factores que también se han modificado drásticamente con respecto a los planteamientos iniciales y que han influido en mi decisión de abandonar este proyecto, como puede ser la ausencia de transparencia interna; por ejemplo, he buscado una foto de alguna reunión del consejo Ciudadano Estatal, y me ha sido imposible, además las actas de sus reuniones, hasta donde yo sé, no eran públicas, etc; las denuncias de falta de seguridad en los mecanismos de votaciones internas para las que no se movió un dedo para corregirlos, el ocultismo a la hora de realizar las listas internas, los torticeros mecanismos de elaboración de listas electorales, en definitiva el disfraz de democracia en unos métodos totalmente controlados por una pequeña cúpula dirigente. El que se mueve, no sale en la foto...
Sin embargo, si he de resumir en un solo aspecto el motivo por el que abandono Podemos, es que he perdido la ilusión en que este proyecto vaya a producir un cambio de envergadura en nuestra sociedad, y en nuestra política, esencialmente porque la discrepancia entre lo que se está diciendo, y lo que se está haciendo, a fecha de hoy es inmensa. Exactamente la misma que en los partidos de toda la vida....
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