Hoy se acaban de publicar unas cifras de paro del mes de diciembre no del todo malas. La reducción en más de 100.000 personas en las listas del INEM, junto con un incremento de más de 60.000 cotizantes a la Seguridad Social en dicho mes, creo que son unas cifras razonablemente buenas. Si además a esto, le sumamos que la omnipresente prima de riesgo ha bajado de los 200 puntos desde hace muchísimos meses; parece dibujarse un panorama cuando menos, algo menos deprimente de lo que venía siendo en los últimos meses.
Pero siendo estos datos positivos, aunque matizables, de nuevo se pone de manifiesto que las interpretaciones de los hechos son casi siempre lamentablemente interesadas; tanto por parte de nuestros políticos como de los medios de comunicación.
Traducción: "Yo estoy medio llena"; "Yo estoy medio vacía"; "Yo creo que esto es orina"
Las interpretaciones de unos datos objetivos han dado la razón aparentemente a todo el mundo, como casi siempre en este país.
Por un lado, los que defienden las tesis del gobierno para quienes estos números demuestran las bondades y eficacia de las políticas del ejecutivo de Rajoy, y por tanto constituyen un importante aval para las discutibles reformas impuestas por el Partido Popular. A la vez que olvidan la tan manida "herencia recibida" que justificaba casi cualquier traspiés en las cifras en otros meses. Es decir, los buenos datos son gracias a nosotros; mientras que los malos son responsabilidad del gobierno anterior.
Es asombroso como esta simplista interpretación de la realidad es una y otra vez repetida desde el gobierno y sus seguidores. El problema es que estos pueriles argumentos funcionan entre los incondicionales, y son repetidos por ellos hasta la saciedad como la demostración obvia de las bondades del Gobierno Rajoy, sin que en ningún momento se atisbe la más mínima crítica; y el lado gris de dichas cifras se minimice o directamente se oculte.
Pero por el otro lado, están los políticos de la oposición y sus medios afines (que también los hay), esforzándose por destacar el lado oscuro de las cifras objetivas (que también existe). Para éstos, dichos números avalan su crítica y oposición a las políticas gubernamentales, de hecho en ocasiones parecen hasta lamentar que se publiquen datos objetivamente positivos. Su sección de incondicionales también se cree a pies juntillas dichos argumentos.
De este modo se establece un diálogo de sordos impermeables a los argumentos y razones del contrincante, que habitualmente consigue desinteresar al ciudadano medio que persigue una cierta objetividad en los análisis de sus responsables públicos.
Creo que esta es la gran cuestión en este tipo de situaciones: finalmente la pobreza de ideas y argumentos recibidos desde una y otra parte, cuya consistencia se mide tan solo en función de los intereses particulares de cada uno, impide que cifras como las que acaban de ser filtradas y publicadas del paro en el mes de diciembre de 2013 puedan ser razonablemente interpretadas desde la objetividad.
Aunque tampoco debemos echar exclusivamente la culpa de dicha situación a nuestra clase política, pues el nivel de exigencia medio de la ciudadanía es paupérrimo, y nos conformamos con este cruce de declaraciones vacío, sin ningún trasfondo ni profundidad. La clase política refleja fielmente, y viceversa, a la sociedad a la que representa. Es decir, que si desde los ciudadanos no existe una exigencia de seriedad en sus políticos, dicha capacidad nunca va a ser obtenida. Sin duda, este es un problema de fondo de muy compleja resolución porque exige que un porcentaje elevado de personas abandone el cauce del pensamiento y razonamiento oficialmente impuestos desde el poder.
Y en esas andamos....
Para ser un poco más constructivo y analizar con más frialdad este tipo de datos, propongo un pequeño ejercicio.
Es evidente que cada individuo tiene una visión real de su mundo más cercano, sesgada pero real. Por tanto, unas buenas preguntas a la hora de interpretar este tipo de datos sería: ¿Cómo he vivido a mi alrededor estas cifras?, ¿conozco a más parados o a más desempleados?, ¿cómo son las condiciones laborales de la gente de mi alrededor?, ¿hacia donde parece que nos dirigimos?....
Es decir, como reza el título de este post: Debemos obviar la pregunta de si la botella está medio llena o medio vacía, pues ambas realidades son la misma; lo que debemos es saber de que está llena la botella, y qué debemos hacer para llenarla del todo o vaciarla según convenga.
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