Dentro de lo que alguien sin formación específica puede comprender sobre la economía actual, creo que existen dos tipos de economías. Por un lado la real, es decir la de los ciudadanos que emplean para comprar y vender cosas dinero contante y sonante, tarjetas de crédito, cuentas bancarias y que consiguen sus ingresos gracias a su trabajo. Y por otro, la que yo denomino economía virtual, o sea, la que se ha dado en llamar financiera; son los mercados, bolsas, y otros productos de mercadeo de bienes inexistentes. Esta última es similar a un casino, de hecho lo que manejan son cifras muy parecidas a las fichas con las que se juega a la ruleta, no basadas en bienes tangibles ni reales; más bien en valores arbitrarios de cosas que no existen e incluso en probabilidades de los valores que podrían llegar a alcanzar.
La base de la primera son cosas reales; mientras que la segunda en realidad no existe, es un mero juego artificial de beneficios y pérdidas. Ambas podrían ser compatibles y existir simultáneamente; pero el problema es cuando se producen transferencias de una a la otra, que siempre son en el mismo sentido. Por un lado la economía virtual o financiera no puede por si misma transformar sus beneficios en ingresos para la economía real porque estos se basan en realidades inexistentes ya que tienen un valor absolutamente arbitrario: títulos de propiedad , acciones, mercado de posibilidades, etc. Mientras que el trasvase de dinero real a la economía ficticia es una interesante opción (para los mercaderes financieros) a la hora de tapar los agujeros de algunos de sus desaguisados y de mejorar su balance de beneficios.
Precisamente este trasvase de dinero real al mundo ficticio de las finanzas es uno de los fundamentos de la actual crisis que padecemos. La codicia de los mercados financieros generó una burbuja insostenible que acabó por explotar, provocando inmensos agujeros en los balances de estas entidades que comercian con humo. Evidentemente intentaron recuperar sus pérdidas. Su poder es inmenso. Sus lobbys son capaces de convencer (con infinidad de recursos y medios, por ejemplo buenos cargos directivos a políticos sumisos) a cualquier gobierno de sus tesis económicas, manejan todos los hilos del poder político, energético, bancario, medios de comunicación, etc. Y por supuesto lograron sus objetivos: Tapar sus inmensos agujeros de dinero ficticio con dinero real. La consecuencia es evidente: el empobrecimiento generalizado de la población mundial, de las personas reales.
En estos aciagos días estamos padeciendo y observando impotentes las consecuencias de este enorme trasvase de recursos: Mientras las bolsas parecen alzar el vuelo y las turbulencias financieras parecen ir estabilizándose (en palabras del gobierno, estamos saliendo de la crisis), los indicadores de paro, pobreza, pérdida de derechos continúan cayendo en picado. Y es que los nuevos beneficios del poder financiero se están obteniendo gracias al saqueo de los salarios y ahorros de toda la población. Por ejemplo hoy alguien como Emilio Botín decía: "Está llegando dinero a España por todas partes", y puede que sea cierto; pero el problema es a donde va a parar....
En el actual estado de cosas, las recetas del gobierno español y de la Unión Europea consisten en insistir en el trasvase de dinero real a la economía ficticia en forma de brutales recortes sociales y salariales, aumentando irresponsablemente las cifras de parados, en definitiva, sacando el dinero de los bolsillos de los ciudadanos para cambiarlo por cromos en los mercados financieros. Hoy por ejemplo el ejecutivo Rajoy adelantaba un ajuste de 17.400 millones de euros en las comunidades y autonomías para 2015. ¿Dónde va a parar ese dinero?. La respuesta la tenemos en las subidas bursátiles (casi un 30% en lo que va de año), y en las cifras de nuevos ricos; es decir en desigualdad social.
Nuestros derechos y nuestros dineros se están vertiendo impunemente por el sumidero de los mercados financieros...
Y mientras la sociedad parece mantenerse sumisa y complaciente con la terrorífica situación que padece. ¿Hasta cuando?.
La solución a esta terrible situación no es sencilla, pues ellos manejan los hilos del poder, pero nosotros tenemos la sartén por el mango si decidimos agarrarla. Para empezar, ya basta de lamentarnos por la horrible clase política que padecemos. Se necesita que los ciudadanos honrados demos un paso al frente con el firme convencimiento de que podemos cambiar las cosas. Si estos políticos no nos valen, cambiémoslos por otros que si nos valgan; es más, convirtámonos si es necesario en esos políticos, honestos, valientes y con ganas y capacidad de cambiar las cosas de verdad. Y dejémonos de criticar inútilmente a los gobernantes, mientras permanecemos en la desidia, para pasar a preguntarnos ¿Qué puedo aportar para resolver esta situación?.
En cualquier tertulia la gran mayoría de ciudadanos somos capaces de ponernos de acuerdo fácilmente en una serie de principios lógicos y razonables en los que basar la recuperación de la actual crisis....¿por qué no damos el paso de llevarlo a la práctica?
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