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LA LEY WERT: ¿Otro ejemplo de que desmantelar los servicios públicos es muy rentable (para algunos)?
Hoy no puedo quitarme de la vista ni del oido las imágenes y las voces de esos supuestos sindicalistas que aclamaban a los tipos que declaraban por el caso de los EREs ante la jueza Alaya.
Soy incapaz de encontrar una explicación razonable al hecho de que algunas personas dediquen su valioso tiempo, incluso de madrugada, para semejante cosa. Se confunde el tocino con la velocidad reclamando libertad, lucha de la clase obrera y otros eslóganes, que no por pervertidos para la ocasión, dejan de ser menos importantes y válidos para la situación actual que padecemos. No debemos olvidar que las personas que han declarado ante la jueza son presuntamente culpables de graves delitos de corrupción, independientemente de cualquier otra circunstancia; y por tanto, no parece que deban ser tratados como ciudadanos ejemplares hasta que no se aclare por completo su situación procesal. En este sentido, debemos recordar que los aclamados han sido puestos en libertad con cargos como tráfico de influencias, malversación, falsedad y delito fiscal...
Estos supuestos sindicalistas aclamadores y vocingleros hacen un flaco favor a las causas que dicen defender con su espantosa actitud. Por un lado ensucian gravemente la ya de por si muy deteriorada imagen de los sindicatos en este país, pues la impresión que queda es que se trata de individuos con estómagos agradecidos que deben pagar de esta manera los privilegios alcanzados tras años de agraciado cobijo dentro de las siglas sindicales. Por otro lado, confundir la lucha sindical y la libertad con la defensa de unos tipos acusados de corrupción contamina invariablemente tan nobles causas, y esto es algo que los cudadanos honestos no deberíamos permitir.
Sin duda, este tipo de comportamientos carga de munición a todos aquellos interesados en acabar con el sindicalismo honesto en este país. Tan solo hay que darse una vuelta por los medios más reaccionarios de este país para percatarse de que esta visión del sindicalismo va calando hondo en la sociedad. Los culpables son los propios profesionales del sindicalismo, que al igual que los políticos en sus partidos, cuanto más alto crecen, más se alejan de la realidad cotidiana de aquellos a quienes dicen defender.
La sociedad necesita un sindicalismo honesto y eficaz que constituya el otro platillo de la balanza frente al poder de los empresarios; y este ejemplo es precisamente lo opuesto a esta necesidad porque entre otros fomenta ese absurdo por el que muchos son ya los que piensan que tan solo podemos optar entre ESTE sindicalismo o su desaparición. Otro sindicalismo ha de ser posible, y lo necesitamos.
Otra cuestión a analizar es que esta más que reprobable actitud no es exclusiva de los sindicatos, pues estamos hartos de ver a la puerta de los juzgados grupos de gente de toda índole que aclaman y vitorean a presuntos delincuentes cuando comparecen ante distintos jueces. Hemos asistido asombrados a infinidad de muestras de apoyo y cariño a algunos de los más abyectos delincuentes de la reciente historia española. Se trata de un fenómeno que a duras penas logro explicar, salvo desde el punto de vista de un hooligan incondicional de un equipo de fútbol. Ese apoyo irracional e incondicional que se ofrece al equipo de toda la vida, se ofrece también a partidos políticos, sindicatos, empresarios, y otras figuras relevantes con el único e irracional argumento de que su notoriedad y de que como forma parte de "mi propio bando" hacen del presunto delincuente una víctima del sistema. Demencial.
La madurez de una sociedad debería demostrarse, entre otros, por la asunción de que entre "los nuestros" puede haber corruptos, y que la mejor manera de defender nuestras propias ideas, las que sean, debería empezar por apartar a estos individuos lo antes posible de las instituciones que dicen defender, pues además de ser lo honesto, constituye el mejor modo de defender las ideas de cada cual.
http://politica.elpais.com/politica/2013/10/11/actualidad/1381488575_906997.html
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/10/11/andalucia/1381473453_677163.html?rel=rosEP