A raíz de la anterior entrada a este blog he mantenido algunas conversaciones sobre el candente asunto de la independencia catalana, que dicho sea de paso, continuo pensando que tiene como principal objetivo distraernos de los temas importantes, como son los recortes, el desmantelamiento del estado de bienestar, etc. Pero bueno, ahí seguimos dando vueltas al mismo asunto.
Algunas de estas conversaciones han sido muy interesantes y enriquecedoras; otras no tanto. Pero prefiero quedarme con lo positivo.
Uno de los argumentarios que me han explicado sobre el auge independentista en Cataluña y que más me ha hecho reflexionar, se puede resumir en una lista de agravios económicos que sufren los catalanes con respecto a otros habitantes del Reino. En concreto se basan en un texto al parecer publicado en 2010 por David García en la Vanguardia (http://quiron.wordpress.com/2010/09/01/del-blog-de-la-vanguardia/ ). En dicho texto se resumen muchos de estos agravios, valga como ejemplo este párrafo: " ¿Quién quiere, pese a ser catalán y sentirse español, que cada año nos roben 20.000.000 de esuros (11% del PIB), siendo así la región del mundo que sufre más déficit por parte de su gobierno?.¿Realmente sentirse español en Catalunya compensa eso?"
No me siento capacitado para entrar en la verdad o falacia de estas cifras. Pero estoy harto de escuchar números manipulados para demostrar que cada aldea, pueblo, barrio, ciudad, comarca, provincia, y comunidad autónoma de esta piel de toro se encuentra terriblemente oprimida por el Estado Central, por el Gobierno de su Comunidad, por la Diputación Provincial o por su Ayuntamiento. Ese victimismo está fuertemente arraigado en nuestros genes ibéricos (desconozco si algo así sucede en otras latitudes).
No me creo los números así expuestos con un fin interesado y no concedo credibilidad a este tipo de cifras y argumentos. Aunque mucho mejor de lo que yo pudiera argumentar sobre la crítica a este tipo de manejo de las cifras, ya lo hizo tiempo Umberto Eco en el Péndulo de Focault. Me voy a permitir la libertad de transcribir un par de párrafos de aquel libro que ilustran perfectamente mi argumento:
"_Señores - dijo -, les invito a que vayan a medir aquel quiosco. Verán que la longitud del entarimado es de 149 centímetros, es decir, la cien mil millónésima parte de la distancia entre la Tierra y el Sol. La altura posterior dividida por el ancho de la ventana da 176/56=3,14. La altura anterior es de 19 decímetros, que corresponde al número de años del ciclo lunar griego. La suma de las alturas de las dos aristas anteriores y de las dos aristas posteriores da 190X2 + 176X2 = 732, que es la fecha de la victoria de Poitiers. El espesor del entarimado es de 3,10 centímetros y el ancho del marco de la ventana es de 8,8 centímetros. Si reemplazamos los números enteros por la letra alfabética correspondiente, tendremos C10H8, que es la fórmula de la naftalina"
"Con los números se puede hacer cualquier cosa. Si tengo el número sagrado 9 y quiero obtener 1.314, fecha en que quemaron a Jacques de Molay, una fecha señalada para quien como yo se considera devoto de la tradición caballeresca templaria, ¿qué hago?. Multiplico por 146, fecha fatídica de la destrucción de Cartago. ¿Cómo he llegado a este resultado?. He dividio 1.314 por 2, por 3, etcétera hasta encontrar una fecha satisfactoria. También hubiera pedido dividir 1.314 por 6,28, el doble de 3,14 y habría obtenido 209. Que es el año en que ascendió al trono Atalo I, rey de Pérgamo. ¿Están satisfechos?".
En fin, las cifras pueden ser manejadas de muchas maneras si el resultado que se espera obtener de ellas está premeditado. A los hechos me remito, y el ejmplo más evidente lo tenemos entre los Presidentes de todas las Comunidades Autónomas españolas tras la publicación de los Presupuestos Generales del Estado: Todos, sin excepción se sienten maltratados con respecto a sus vecinos y aportan cifras que así parecen indicarlo
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