En el fondo, lo que deben de hacer los políticos electos es administrar adecuadamente el dinero público, al menos para eso les pagamos. Esto significa, al menos en teoría, decidir en donde se gasta el dinero público y donde no, de la manera más eficaz para el beneficio común de la sociedad. Una gestión seria y eficiente lograría, de este modo, una mejora de las condiciones de vida de la mayoría de los ciudadanos.
Si analizamos críticamente lo que han supuesto las privatizaciones en el pasado, nos damos cuenta de que todos los argumentos empleados son equivocados. Cuando hace unos años se desmantelaron las principales y mejores empresas públicas se nos vendió la moto de que la gestión privada de Telefonica, de Repsol, de la banca pública, de las compañías eléctricas, etc iba a suponer una enorme ventaja para los ciudadanos. Hoy recogemos los supuestos beneficios de aquellos disparates: los precios de estos servicios no se han reducido, antes bien, se han disparado; el adelgazamiento del estado ha provocado su indefensión ante periodos de crisis como el que actualmente vivimos; y encima, nuestros gobernantes despilfarraron el dinero obtenido con dichas ventas.
Sin embargo en los últimos años estamos viendo una continua perversión de este simple concepto. Probablemente el afán privatizador del patrimonio público constituya la más grave de las desviaciones de lo que la política debería significar.
Cada vez que un político afirma que la gestión privada de cualquier cosa pública es más rentable, de forma fulminante debería ser expulsado de la política y por extensión, alejarlo de la gestión de cualquier dinero público.
Probablemente con un ejemplo se entienda mejor esta afirmación que puede sonar demasiado radical.
En las últimas semanas hemos escuchado innumerables veces desde la boca de muchos responsables públicos que la sanidad privada es más rentable que la sanidad pública porque, entre otros, el gasto medio medio por paciente en los servicios sanitarios privados es más bajo que en los públicos.
Si analizamos detalladamente esta idea y traducimos lo que en el fondo nos transmite es, cuando menos y si no somos mal pensados, una ineptitud intolerable en alguien que debe gestionar el dinero de todos los ciudadanos.
Es decir, que el consejero o ministro de sanidad de turno nos está diciendo que la sanidad pública supone un gasto aparentemente insostenible; pero que existe una alternativa, la gestión privada, que no solo hace que el sistema sanitario sea sostenible en términos de calidad equivalente, sino que además se puede conseguir que produzca beneficios para un consejo de administración o una eventual junta de accionistas.
Y nuestros responsables políticos hacen este tipo de declaraciones de su propia ineptitud sin el menor rubor. Es más, mucha gente se cree, en un proceso de terrible ingenuidad, este tipo de ideas.
Debemos aprender a exigir que nuestros responsables públicos gestionen eficazmente el dinero que es de todos. Siguiendo con el ejemplo de la Sanidad, no queremos que creen beneficios empresariales con la utilización de los hospitales, simplemente nuestro objetivo es que la sanidad sea de la máxima calidad posible. Por tanto si la Sanidad Pública se convierte en insostenible lo que hay que hacer no es cambiar el modelo sino al, o a los inútiles, que la han llevado hasta esa situación.
Son ellos mismos quienes reconocen que esto es posible, pero que no saben o no son capaces de hacerlo, a pesar de que tienen las herramientas disponibles para hacerlo, en este caso la posibilidad de legislar. Por tanto deben ser inmediatamente sustituidos por personas que sepan hacer ese trabajo. Si existen en el ámbito de la gestión privada, han de existir también en el ámbito público. Es de perogrullo.
No voy a entrar en este momento en el debate sobre si es mejor para os pacientes una sanidad pública o una privada, cuestión que me parece sobradamente demostrada por los hechos y que da suficiente como para otra entrada de este blog. Pero estudiar lo que ha sucedido en el pasado en otras cuestiones me parece muy ilustrativo de lo que nos espera en el futuro.
Si analizamos críticamente lo que han supuesto las privatizaciones en el pasado, nos damos cuenta de que todos los argumentos empleados son equivocados. Cuando hace unos años se desmantelaron las principales y mejores empresas públicas se nos vendió la moto de que la gestión privada de Telefonica, de Repsol, de la banca pública, de las compañías eléctricas, etc iba a suponer una enorme ventaja para los ciudadanos. Hoy recogemos los supuestos beneficios de aquellos disparates: los precios de estos servicios no se han reducido, antes bien, se han disparado; el adelgazamiento del estado ha provocado su indefensión ante periodos de crisis como el que actualmente vivimos; y encima, nuestros gobernantes despilfarraron el dinero obtenido con dichas ventas.
Este gráfico relacionando los precios de la electricidad en España con el IPC refleja claramente para que sirvieron las grandes privatizaciones de comienzo de siglo.....
Entonces ¿cuál es la causa por la que nuestros políticos se empeñan en privatizar todo lo público?...
La respuesta está en la composición de los consejos de administración de las empresas privatizadas....
http://joanfliz.blogspot.com.es/2010/12/espana-camino-de-desaparecer-mediante.html
http://www.laopiniondemurcia.es/pi-medicina-privada/2012/06/18/gasto-medio-sanidad-privada-514-euros/410390.html
http://www.rtve.es/noticias/20121203/sanidad-madrilena-comienza-segunda-semana-huelga-contra-privatizaciones/580882.shtml
http://indimar.jimdo.com/econom%C3%ADa/noticias-y-opiniones/precios-de-la-electricidad/
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