Hace unos días el diputado autonómico por I.U. en Andalucía, y alcalde de Marinaleda, Juan Manuel Sánchez Gordillo saltó a las portadas de toda la Prensa por un acto cuando menos heterodoxo. Junto con algunos seguidores, llenaron varios carros de comida en dos supermercados y se los llevaron sin pagar, para entregar esos productos a asociaciones que se dedican a sostener a los expulsados del sistema. Evidentemente tuvieron especial precaución para que todo el mundo se enterase de lo que habían hecho. Y vaya si nos hemos enterado.
Vaya por delante, que me parece que robando cosas, no se deberían arreglar los problemas. Pero visto lo visto, es un fundamento que cada vez tengo menos claro.
Evidentemente unos carros llenos de productos básicos no suponen, ni una solución para los que lo están pasando mal, ni la ruina para las empresas afectadas. El acto no deja de tener una función gestual y transmisora de un mensaje. Entonces ¿por qué una reacción tan brutal contra este gesto y este mensaje?.
En este sentido, no debemos olvidar que desde el punto de vista judicial, se trata de un hurto, cuya pena no es la cárcel precisamente. Entonces ¿por qué hasta el Ministro de Interior ha pedido la detención de los responsables?. ¿Acaso sale el ministro pidiendo la detención de todos los que hurtan en las tiendas, o de los que roban miles de millones de euros?. ¿Por qué esta reacción tan desproporcionada, que lo único que está consiguiendo es dotar al mensaje de la importancia masiva que en un principio no tenía?.
El hecho de que una acto que no debería haber pasado de anécdota local haya tenido la repercusión mediática que ha tenido, me hace pensar un par de cosas muy interesantes.
Primera, que la figura de Robin Hood, el que roba a los ricos para dárselo a los pobres, continua siendo tremendamente ´popular y atractiva entre la mayor parte de la población.
Y en segundo lugar, y mucho más importante, tengo la sensación que este golpe bien premeditado de Sánchez Gordillo ha tocado la fibra más sensible de este sistema, como si hubiese pinchado en un nervio principal y hubiese provocado una violenta reacción refleja.
No estoy justificando este tipo de actos, tan solo busco una explicación razonable. El Gobierno y los poderosos no pueden pretender que la población pase hambre, tal y como está empezando a suceder en este país de manera masiva, y que la gente se quede esperando debajo de sus puentes con paciencia a que vuelvan a pasar las vacas gordas.
Esos miles de familias que van a perder el último asidero que les quedaba en forma de los famosos 400€, (que según el Gobierno ya no sirven para que la gente encuentre trabajo, como si con ese dinero, uno pudiese vivir, comer, dormir y mantener a una familia en este país) van a empezar a vivir la terrible situación de no tener nada en el presente y lo que es más grave, no tener una mínima perspectiva de futuro. A esto, muchos lo llaman desesperación, y es un sentimiento que cuando es generalizado y profundo puede generar terribles e imprevisibles consecuencias.
El revolucionario mensaje hacia los desfavorecidos de que ahí fuera está la solución a sus problemas puede prender con facilidad en el secarral de esta arruinada sociedad. Y eso puede ser muy peligroso para los poderosos, porque si lo aplicamos hasta sus últimas consecuencias, podemos llegar a pensar que dado que los bancos y los grandes fondos de inversión tienen todo ese dinero que nos es necesario para salir de la crisis familiar (que es la verdadera crisis, la de la familia que no puede alimentar a sus hijos), pues estamos autorizados a tomarlo sin más explicaciones. Las consecuencias de esto serían absolutamente imprevisibles, tanto, que incluso hasta podrían resolver los graves problemas estructurales del planeta.
Según las hipótesis más oficialistas de la actualidad, los gobiernos que se han dedicado a nacionalizar sus recursos, son los peores demonios del siglo XXI. ¿No será que ese es el camino correcto para acabar con la dictadura del poder de las multinacionales, y por eso sus enemigos son atacados violentamente?
Por todos estos motivos, el poder creo que ha intentado demonizar el gesto de Sánchez Gordillo y sus seguidores. Pero de nuevo han actuado con torpeza y en lugar de intentar lograr que hubiese pasado lo más desapercibido posible, que habría sido lo más inteligente para sus propios intereses, han tirado patosamente de reacción visceral y han intentado apagar el fuego con gasolina.
La consecuencia es que hoy nadie ignora que se puede entrar a un supermercado, llenar un carro de la compra y salir sin pagarlo. Peligrosa puerta se ha abierto para el ataque al sistema, porque se puede empezar por aquí y acabar en........
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