Recientemente han salido a la luz pública unas cifras que no por conocidas desde hace años, dejan de ser menos ilustrativas de lo que nos pasa en España. Y que vienen a demostrar lo duros de mollera que son tanto nuestros dirigentes como la clase empresarial de este país (muchas veces sospecho que son los mismos).
Me refiero por supuesto a esa aparente contradicción que nos dice que la jornada laboral media de España es mayor que la media europea; mientras nuestra productividad está muy por debajo de las cifras europeas. En concreto, en cuanto a la duración de la jornada laboral, los españoles pasamos en el trabajo una media de 1.720 horas al año; 26 más que los ingleses, 41 más que los italianos, 58 más que los suecos, 65 más que los alemanes, 92 más que los daneses y 125 más que los franceses.
Tiempo minutos/día trabajado en Europa (Fuente OCDE)
Y por contra nuestra productividad está claramente por debajo de las de todos estos países.
Es decir, que trabajamos más y producimos menos. Grave problema para nuestros empresarios, porque debido a su empecinamiento, tan solo se les ocurre, salvo honrosas y triunfantes excepciones, una solución: Lograr que sus trabajadores de baja productividad trabajen aún más horas.
A estas alturas, incluso alguien tan obtuso, como el "jefe" habitual hispano, debería haberse dado cuenta de que por ahí no van los tiros. En España hemos establecido como modelo, una curiosa relación empresario-trabajador que nos ha conducido a esta absurda consecuencia. ¿Es que tan pocos empresarios se han dado cuenta de que un trabajdor con la bota de su jefe en el cuello no es productivo?.
A fecha de hoy en una gran cantidad de empresas de este país se ha llegado a pervertir tanto esta relación trabajador-empresario, que aquel empleado que cumple rigurosamente con su horario establecido es visto con malos ojos por sus superiores, es considerado como alguien sospechoso de escaqueo, y tiene escasas papeletas para crecer y prosperar en su empresa; sin embargo el que dedica más horas de su tiempo a permanecer en el puesto de trabajo, es visto como un buen trabajador por sus superiores, y tiene más probabilidades de prosperar. Y lo más grave de todo es que da exactamente igual el rendimiento de uno y de otro.
Esta perversión conduce invariablemente a la estúpida situación actual de trabajadores desmotivados, puesto que lo que sus jefes valoran no es la calidad del trabajo realizado sino exclusivamente su cantidad. Y además por otro lado, y con la excusa entre otros, de la crisis, cada vez se pide más y más sacrificios al trabajdor por el "bien de la empresa". En esta ecuación nuestros ilustres empresarios han olvidado que ese "bien de la empresa" ya no se traduce en un "bien del trabajador". Es más, ambos se ven como enemigos situados en trincheras opuestas. Es decir, el empresario ve a sus trabajdores como enemigos que únicamente restan valor a sus beneficios; y viceversa.
Como siempre Quino, resume perfectamente la situación
Esto no puede funcionar, y de hecho no funciona. Lo estamos viendo, y salvo honrosas excepciones, nadie hace nada para corregir este desatino.
Personalmente siempre he pensado que un trabajador feliz es un trabajador productivo y por tanto rentable. Y hay muchas medidas habituales en las empresas que hacen que un trabajdor sea infeliz. Seguro que al lector le suenan: Reducir la plantilla para aumentar la carga de trabajo por empleado; incrementar la carga de trabajo para obligar a prolongar (aunque sea pagando) la jornada laboral; denegación sistemática de todo tipo de recompensas, favores y derechos adquiridos; escasa objetividad a la hora de premiar el rendimiento laboral; etc,etc, etc. Con este tipo de medidas los empresarios pretenden mejorar sus balances de cuentas y habitualmente se encuentran con el efecto opuesto, con lo que inciden en este tipo de disparates, y cierran un absurdo círculo vicioso que termina con el cierre de la empresa....
¿Alguien ha intentado explicar a los empresarios que los empleados no son el enemigo?. Cuando en estos días se habla tanto de reforma laboral, a mi me asombra la terquedad de la patronal en abaratar el despido. No me entra en la cabeza que cuando un empresario decide contratar a alguien, en lo primero que parece estar pensando es en cuánto va a costarle despedirlo.
Lo siento, pero no lo entiendo, quizá es porque soy trabajador por cuenta ajena. Pero creo que otro modelo es posible....
http://nomegustalapolitica.wordpress.com/2010/06/07/baja-productividad-laboral/
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