Por fin pasaron las elecciones del 22-M. Lo cierto es que han aportado pocas sorpresas, quizá la única cosa que me ha llamado la atención es que en la noche electoral hubo un partido que reconoció haber perdido las elecciones sin paliativos. Supongo que no servirá como precedente.
En cualquier caso, lo que verdaderamente ha agitado un poco nuestro desolador panorama ha sido el Movimiento 15-M. Vaya por delante que considero que lo acontecido en las plazas públicas españolas ha sido un fenómeno cuando menos alentador. Quizá no todo esté perdido porque hay personas capaces de analizar su entorno con acierto y de articular una respuesta razonablemente coherente.
Pero, y ahora que ha cedido el ímpetu inicial ha disminuido y que las acampadas ya no ocupan fácilmente las primeras páginas de los periódicos, quizá porque entre otras cosas han logrado un primer objetivo, que era evitar a toda costa la violencia, ha llegado un momento decisivo: Decidir hacia donde avanzar. Y por tanto se hace imprescindible una estrategia adecuada, porque de lo contrario languidecerá hasta su desaparición o supervivencia anecdótica, tipo acampada y manifestaciones del 0,7%
El gran problema al que creo que se enfrenta en este momento el Movimiento 15-M es una de sus características fundacionales: La heterogeneidad de sus componentes y por tanto de sus ideologías y de sus opiniones. Por un lado, aunque este aspecto es inicialmente enriquecedor, a la larga se va a convertir en su principal obstáculo para progresar, ya que al final las diversas tendencias y opiniones que ahora se aglutinan en lo campamentos llegarán a convertirse en una Torre de Babel en la que nadie entienda al vecino. Y si esto llega a suceder será indudablemente el final de todo
Por tanto parece necesaria una adecuada estrategia para avanzar. Dado que en la actualidad existen numerosas propuestas, algunas irrealizables, otras absurdas y algunas más, demasiado polémicas, creo que lo acertado es simplificar al máximo las reivindicaciones. Se debe asumir que no se va a lograr cambiar el mundo de golpe, sino que se debe avanzar poco a poco.
Por ello creo que se hace necesario articular unas pocas exigencias en las que la inmensa mayoría de los participantes en el Movimiento 15-M estén de acuerdo y que puedan lograr un apoyo generalizado de la población, sea cual sea su ideología.
Esta amalgama de ideas ha de simplificarse, aunque la gran mayoría de ellas sean justas y necesarias....Pero no todo puede ser logrado a la vez
Es decir, si se empiezan a mezclar las ideas y las reclamaciones, aunque sean muy justas y podamos estar de acuerdo con ellas, lo único que se consigue es complicar las cosas, reducir los apoyos y dificultar el avance. Por tanto creo que se deben reducir a dos o tres, como mucho cuatro, las reclamaciones que resuman el inicio del Movimiento. Y que además sean razonablemente realistas.
Es decir, si se empieza a mezclar cosas y a reclamar que se modifique el sistema educativo, que se reduzcan los gastos militares, que se nacionalicen empresas privadas, o que el Estado sea auténticamente laico; estaremos cayendo en el mismo defecto que se está criticando, y además se logrará poner en contra del Movimiento a mucha gente que rechaza de entrada este tipo de ideas. Es indiferente que estas reclamaciones sean justas (yo estoy totalmente a favor de ellas).
Tampoco se pueden exigir modificaciones alejadas de la realidad ni irrealizables, como la reforma radical de los bancos y entidades financieras, entre otras cosas porque un tipo de reforma así tomada desde un país de forma unilateral tan solo puede servir para empeorar las cosas.
Pedir demasiadas cosas puede llegar a complicar la situación y facilitar que no se llegue a ningún puerto
Por tanto, mi sugerencia es que las propuestas emitidas sean pocas, nítidas y fácilmente asumibles por una elevada proporción de la sociedad. Sin duda ese es el único camino para avanzar.
Yo me limitaría a tres grandes propuestas concretas:
1º: Exigir mediante los cauces adecuados, es decir una reforma constitucional, la modificación de la Ley Electoral. Para empezar se debe garantizar que todos y cada uno de los votos emitidos tengan el mismo valor: Una persona, un voto; un voto, un representante. La lógica de esta medida es aplastante y difícilmente nadie puede contraponer argumentos frente a ella.
La reclamación de las listas abiertas puede ir en el mismo saco. Pero para este aspecto, con el que estoy de acuerdo, me surge una pregunta de incómoda respuesta ¿está nuestra sociedad verdaderamente preparada para una medida de estas características?
2º: Reducción importante de los privilegios sociales y económicos de nuestra clase política. Piedra angular en todas las reclamaciones efectuadas y que lograría un gran consenso social.
Y 3º: Propuesta de amplificar, al menos dentro del marco de la Unión Europea una normativa unificada por la que se penalicen mediante impuestos los grandes negocios financieros, las especulaciones de capital, los despidos masivos de trabajadores (evidentemente estoy pensando en el ERE de Telefonica), los abusivos sueldos de los directivos y ejecutivos de las grandes empresas, y todas esas medidas que lograrían un más justo y próspero reparto de beneficios económicos y sociales que deben ser adoptadas en un un ámbito supranacional para ser verdaderamente eficaces.
Sinceramente creo que con estas 3 grandes medidas se lograría un fácil consenso y un rápido avance de las reclamaciones sociales, que una vez consolidada puede lograr un apropiado avance hacia otras medidas también imprescindibles. Además por ahora, el Movimiento aún podría mantenerse fuera de un ámbito institucional o partidista, tan alejado del inicial espíritu de las reclamaciones realizadas.
En fin, es mi modesta propuesta y aportación a la situación actual.
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