El desgraciado terremoto de Japón, constituye otra inmensa desgracia social y personal. Poco queda por añadir a las descripciones de los miles de dramas individuales que se habrán vivido estos días por aquellas tierras, y por tanto no lo haré.
Hoy me gustaría resaltar algunas otras consecuencias que el drama de Japón ha puesto de manifiesto de manera más que obvia: El mundo que estamos creando se basa en una escala de valores absurda, que sitúa al ser humano en los últimos lugares de preferencia. Hay tres aspectos en los que este abominable código de valores del siglo XXI se ha puesto de manifiesto:
PRIMERO: El desastre natural ha provocado una grave crisis financiera en el imperio del sol naciente, para paliar sus consecuencias el gobierno japonés ha inyectado más de 200.000 mil millones de dólares a su sistema financiero. Pero a pesar de ello el yen se ha devaluado casi un 20%, y la bolsa de Tokyo ha caído en picado, demostrando por enésima vez la capacidad que tienen "los mercados" para devorar cualquier cantidad de dinero público que les sea administrada. Yo siempre me he preguntado a qué bolsillos irá a parar toda esta pasta.
Por otro lado, me cuesta imaginar una cifra tan disparatada como esta, pero de una cosa estoy totalmente seguro: que la cantidad de dinero que se dedicará a atender a los afectados y a sus familiares, a la reconstrucción de los destrozos, y en general a todos esas cuestiones que pueden mejorar la calidad de vida de los afectados, será mucho menor.
Pero esta circunstancia es un fiel reflejo del mundo que estamos creando hipócrita y falaz: el verdadero Dios del Siglo XXI es "los mercados". Y a él le sacrificamos lo mejor de nuestro mundo, incluso la vida de decenas de millones de habitantes del planeta. Tan solo hace falta pensar en el ejemplo de Japón o en la cantidad de cosas que se podrían haber hecho en el Tercer Mundo con ínfimos porcentajes de las disparatadas cifras que los gobiernos occidentales han inyectado en sus sistemas financieros. Y surge la cuestión clave: ¿qué nos devuelve nuestro Dios?. La respuesta es sencilla: la exigencia de nuevos sacrificios.
No parece que hayamos avanzado notablemente: Seguimos sacrificando a nuestros congéneres en altares, y absurdos rituales
SEGUNDO: Todo lo que está sucediendo alrededor del accidente de las centrales nucleares niponas pone de manifiesto la hipocresía de nuestros gobernantes, y nos obliga a plantearnos el modelo de planeta que queremos crear.
Para todos aquellos defensores de la energía nuclear por ejemplo en España, (muchos de los cuales lo hacen por motivos exclusivamente partidarios), cabe preguntarles si el riesgo merece la pena. Mi respuesta es: NO. Y me explico. Es evidente que todo tiene un riesgo, por ejemplo, la presa de un pantano puede destruirse, y ocasionar una inmensa tragedia en una comarca...y no pasa nada más (ni menos). Por contra, un accidente nuclear lo van a heredar nuestros hijos, nietos y demás generaciones. No tenemos ningún derecho para hipotecar la salud de las generaciones venideras, ninguno.
Por otro lado, me gustaría contradecir a todos aquellos que afirman que las centrales nucleares son seguras. Ese es un argumento absurdo. La prueba es lo que está sucediendo en Japón. Y sin intención de dar ideas, la experiencia nos demuestra que las cosas imposibles suceden.
Y hay otra extraña derivada del desgraciado accidente nuclear japonés: La extraña e incomprensible reacción de muchos gobiernos occidentales que se han lanzado ante los acontecimientos a hacer revisiones especiales de sus centrales, a modificar sus legislaciones y a otros disparates de esa envergadura. Pura demagogia, y electoralismo es lo único que mueve a nuestros gobiernos. Esto aplicado al caso español, se traduce en que el PSOE sigue sin saber si está a favor o en contra de la energía nuclear mientras el PP parece no haberse nunca manifestado a favor de este tipo de tecnología....En fin, ver para creer. El caso es que las reacciones en clave local al accidente japonés, tan solo deberían servir para manifestar el esperpento de estas administraciones incapaces de asumir sus decisiones más elementales, sin embargo es posible que consigan sus objetivos electorales.
Y TERCERO: Personalmente me molesta mucho que se nos ofrezca desde muchos medios a la sociedad japonesa como un modelo a imitar por su carácter disciplinado, obediente y carente de sentido crítico....Me aterra pensar que encaminemos nuestros pasos hacia ese lugar.
En fin, que está en nuestra mano decidir el modelo de mundo que creamos, y debemos tener el valor para decidir que el hombre (como especie por supuesto) ha de ser lo más importante y hacia el conjunto de la humanidad han de dirigirse los avances sociales, tecnológicos y científicos....Y no hacia los bolsillos de unos cuantos privilegiados, tal y como está sucediendo en este estúpido siglo XXI
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