La reciente visita de Joseph Ratzinger, alias Benedicto XVI, a Santiago de Compostela y Barcelona ha generado numerosas reacciones. Parece razonable esta repercusión mediática si tenemos en cuenta que se trata del Jefe de uno de los Estados menos democráticos que existen en el planeta.
Para ver esto, algunos han hecho verdaderos disparates
Aunque, en fin, no se puede obviar el mensaje político, social y cultural que patrocina y disfraza de religión. ¿O si?. Personalmente pienso que es la respuesta más eficaz frente al mensaje reaccionario de la iglesia católica: la indiferencia. Por ello mismo dejaré de inmediato de hablar sobre el Papa.
Y es que hoy no quería hablar de lo que ha hecho, dicho o dejado de decir o hacer el Santísimo Padre. Quería analizar un detalle que no es nuevo, y que supone a mi entender un peligroso poso de nuestra sociedad que sale a flote ocasionalmente cuando el vaso del rencor religioso es agitado convenientemente. Y la visita del Papa lo ha vuelto a hacer.
Hemos vuelto a ver en los noticiarios a esa juventud "buena y alegre" de guitarra y pandereta; esos jovencitos de aspecto bondadoso e inofensivo; adolescentes de comportamiento intachable y aspecto convencional, con el jersey anudado al cuello y las faldas de tablas....No los soporto.
Insisto en que los tópicos son siempre inexactos, pero en el fondo reflejan modelos establecidos a los que se aproxima la realidad. Y en este caso el modelo es evidente. Jovencitos de familia bien, colegio de pago, ropas de marcas caras, vicios costosos como esquiar o deportes naúticos, etc etc. Vida fácil, problemas sencillos y caminos trazados. Cualquiera sabe a que me refiero. No es nada nuevo. Llevan igual muchos decenios. El problema es en lo que se convierten en adultos y smplemente perpetúan la especie.
En la tele, estos días hemos visto numerosos ejemplos. Dicharacheros adolescentes con acné cantando "alegres" y "despreocupadas" melodías con sus guitarras en honor a su ídolo: El Papa. Si es que algunos llevaban hasta bufandas con los colores del Vaticano. Parecían hinchas del equipo de fútbol obispal. Rivalizaban por ver quien había permanecido más horas sin dormir o en alojamientos más incómodos para poder ver pasar a su héroe en una urna de cristal durante unos segundos....¡Qué espiritual!....¡Qué pijo!.
Estos son ingleses, que queda como más hooligan
Esas canciones y lemas, con ritmos propios de cualquier hinchada futbolística, que entonan me resultan terriblemente chirriantes. No me parecen la mejor manera de expresar un sentimiento religioso, que debería ser algo serio para quien lo tenga. Aunque tampoco seré yo quien le diga a nadie cómo ha de expresar sus sentimientos. Pero, es que en el fondo, reflejan precisamente eso: Que no hay un sentimiento profundo, sino esa despreocupación irresponsable tan característica de las clases acomodadas que responde como una imagen especular al topicazo que todos tenemos en mente. Me imagino esos corrillos uniformados en el recreo del instituto el lunes describiendo entre chillidos estúpidos y expresiones infantiloídes el regocijo que despertó en sus almitas el fugaz paso del tal Joseph Ratzinger. Seguro que ninguno menciona ni recuerda que el susodicho personaje ha sido, entre otros, acusado de encubrir pederastas.
Así quedó la plaza del Obradoiro tras la misa ofrecida por Benedicto. La única diferencia con la que ofrece cualquier lugar público tras un botellón es la ausencia de botellas de licor vacías.....
Pero bueno, esto es lo que hay. Fieles votantes del PP, que decía una vieja copla. Siempre he sido de la opinión de que la juventud ha de ser rebelde y contestataria, aunque en ocasiones cometa errores...Pero me parece la situación natural. Esto de jóvenes totalmente aposentados, con la vida resuelta, y preocupados por las formas y no el contenido, me parece lo más grave del asunto.
Leave a comment