Estos días las noticias están llenas de declaraciones de políticos catalanes intentando lograr que los habitantes de Cataluña voten por la opción que representan. Entiendo perfectamente que sean mensajes en clave interna. Sin embargo, y desde la lejanía, me siento involucrado y aludido en numerosas ocasiones.
En primer lugar, detesto ese victimismo tan rentable para los nacionalismos de este país....Esos discursos en los que no se dice claramente, pero en los que parece sugerirse la idea de que Cataluña paga los vicios de otras comunidades, porque ellos son muy trabajadores, desarrollados y ricos; mientras que otros somos vagos y aprovechados. Es sencillamente deleznable, precisamente ellos, los grandes favorecidos por las políticas industriales franquistas. Olvidan interesadamente que el desarrollo económico de Cataluña se debió a la predilección franquista por las inversiones en aquel territorio, que por cierto, a punto estuvo de echar abajo la Segunda República. Y ese desarrollo se produjo a expensas de una sentencia condenatoria desde el punto de vista económico de muchas regiones ibéricas, como las dos Castillas, Andalucía, Extremadura y Galicia. Miles de familias se vieron obligadas a emigrar a los focos de inversión franquista: Madrid, Cataluña y País Vasco.
Pero como tantas veces en este planeta, resulta muy rentable tergiversar la realidad y los hechos históricos, y presentarse como víctimas de los mismos.
En segundo lugar, el mensaje nacionalista, especialmente en épocas electorales, apesta a fascismo. Esas imágenes de políticos rodeados por banderas, por no decir a otra cosa, siempre me han recordado a algunas escenas de la genial "El gran dictador" de Chaplin. Ese mensaje tan repetido por muchos identificando su persona con la nación o país que dicen representar, es decir, "cuando me critican a mi, están criticando a todo el país", no hay nada más propio de las dictaduras que este argumento tan repetido por los líderes nacionalistas. Esa tendencia a la homogeneización de la sociedad y a establecer los parámetros de buen ciudadano (en este caso de buen catalán) es algo que todos los dictadores de la historia han pretendido hacer siempre. Y, en fin, ese echarse en cara continuamente la representatividad de unos valores intangibles de autenticidad. Es que todo apesta a fascismo, autoritarismo y en ocasiones, a cosas peores.
A pesar de la evidencia, este tipo de triquiñuelas parecen funcionar. Eso debería obligar a cualquier persona sensata cuando menos a dudar de la madurez de la sociedad catalana.
En esta genial parodia, el Gran Dictador siempre debía estar rodeado por sus símbolos nacionales... ¿a qué recuerda?
En tercer lugar, una cuestión que siempre me ha asombrado. Y es la identificación de las ideologías nacionalistas con el progresismo, más concretamente con la izquierda. Es decir, que este artículo crítico con los nacionalismos puede ser fácilmente identificado con una ideología de derechas. Nada más alejado de la realidad. Siempre he pensado que la izquierda española debe quitarse de encima ese horrible complejo que arrastra desde la Guerra Civil. Es cierto que en aquel momento de la historia, los nacionalistas y las fuerzas de izquierda combatieron en la misma trinchera....pero eso no quiere decir que sus destinos se vean eternamente unidos. Es más, creo que los nacionalismos representan una antítesis de cualquier ideología progresista o de izquierda, entre otras cosas por todo lo que he comentado más arriba. Pero si a eso añadimos que los dos partidos nacionalistas de más éxito electoral, el PNV y CIU, son de ideología claramente conservadora, queda patente que esa identificación nacionalismo-progresismo, es absurda. Y por si acaso, si alguien sigue identificando la oposición histórica al régimen franquista con una afinidad ideológica progresista, solo debe leer un poquito la historia de nuestra Segunda República y recordar que Stalin, Churchill y Roosvelt pelearon en el mismo bando frente a Hitler.
Alíados durante un tiempo frente a un enémigo común. Posteriormente enemigos a muerte...
Y en cuarto lugar, en estas elecciones se está tratando con más intesidad que nunca, la cuestión de la independencia de Cataluña. Personalmente me importa un rábano que los catalanes se quieran independizar del resto de España. Lo que me molesta terriblemente es que estén todo el día con la dichosa amenaza. Y que gracias a ese continúo amagar y no dar, obtengan beneficios. Eso me resulta intolerable.
Es más, hoy daba vueltas a una idea que aún tengo que perfilar más adecuadamente, y es la creación de una plataforma o algo así que exija que Cataluña, el Pais Vasco y todo aquel que lo desee se independice de España, de Europa, o del planeta Tierra. No queremos compañeros de viaje tan incómodos.....No sé si esta idea puede tener algún recorrido.
Mi opinión personal con respecto a la identificación nacional es que soy del lugar donde me encuentro...Es sencillo porque no creo que los tradicionalismos deban ser la base de ninguna forma de vida. Probablemente la generalización de estos concepto podría evitar numerosos conflictos.
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