Esta semana ha presentado su dimisión el Presidente del Consejo de Administración de ENRESA, el señor Francisco Gil-Ortega. ENRESA es la empresa pública encargada de la gestión de los residuos radiactivos, y que entre otros asuntos, el más importante que tenía en la actualidad en cartera, era la construcción del Almacén Temporal Centralizado (ATC) de residuos radiactivos de alta actividad en la localidad conquense de Villar de Cañas. Proyecto que ha generado no poca polémica.
Ha sido sustituido por el Señor Juan José Zaballa, previamente director General de Paradores, a propuesta del Ministerio de Industria.
Hoy no voy a entrar en los motivos que llevaron a su dimisión al señor Gil-Ortega, ni en las diferentes polémicas que rodean la construcción del mencionado cementerio nuclear. Hoy me gustaría comentar una cuestión que creo mucho más importante y que esta noticia ilustra a la perfección.
¿Qué motivo hay para elegir al señor Juan José Zaballa como máximo responsable de la empresa pública que gestiona los residuos radiactivos?. Obviamente su conocimiento sobre la gestión de residuos radiactivos, no. Por tanto, tan solo queda una explicación posible a esta sustitución, que es el motivo político. Se trata de una persona cuando menos afín a las decisiones que adopten sus superiores, cuando no un mero transmisor cualificado de las mismas.
Al menos su antecesor, aunque con un fuerte perfil político, pues había sido senador, diputado en Castilla la Mancha y alcalde de Ciudad Real, era licenciado en Químicas. El señor Zaballa es licenciado en económicas y proviene de un terreno tan afín de la gestión de los residuos radiactivos como es la hostelería.
¿Cuál es mérito de esta persona para ocupar un cargo para el que no tiene ningún tipo de formación específica?. La única respuesta que se me ocurre es su probada complacencia con las instrucciones recibidas.
Tras este ejemplo se oculta uno de los dramas más perversos que asolan nuestro país, y es la ausencia de criterios para evaluar los méritos de las personas. Los responsables políticos prefieren a alguien que no contradiga sus decisiones y sea un mero transmisor de las mismas, mucho antes que a un profesional cualificado, técnicamente competente, que en muchas ocasiones pueda contradecir las absurdas (cuando no, sospechosas de delito) decisiones a las que nos tienen acostumbrados nuestros extraordinarios políticos.
Finalmente padecemos un sistema prostituido en el que los méritos son valorados en función de la afinidad política y la complacencia con las decisiones de los mandatarios en lugar de hacerlo con el rigor y la formación personal y profesional de las personas. El resultado es obvio: decisiones aparentemente estúpidas, aunque en muchos casos con un obvio objetivo oculto, tomadas en despachos sin conocimiento de la realidad que son transmitidas por los cargos intermedios que tampoco tienen la formación ni la preparación adecuada para contradecir las órdenes de sus superiores.
Con razón lo público no funciona. Claro que no funciona, pero no es porque sea público; es porque las decisiones que se toman persiguen que lo público no funcione.
http://www.abc.es/economia/20150210/abci-dimite-presidente-enresa-francisco-201502101807.html
http://www.diarioabierto.es/238840/enresa-nombra-presidente-a-zaballa-en-sustitucion-de-gil-ortega