Desde los salvajes atentados del 11-S especialmente, se puso en marcha una estúpida balanza en occidente. En un platillo se colocó la seguridad de los occidentales; y en el otros sus derechos. Amplios sectores de la temerosa sociedad del primer mundo compraron y aceptaron el intercambio. De nuevo el mundo occidental se ve afectado por un terrible atentado terrorista, en esta ocasión, en París; y la respuesta de las autoridades y de nuestros gobernantes vuelve a ser la misma: Colocar más pesas en el platillo de la seguridad y quitarlas del de la de los derechos. Esto es absurdo, verdaderamente absurdo por muchos motivos.
En primer lugar porque es absolutamente falso que una reducción en los derechos civiles se traduzca en más seguridad. Por ejemplo, por un lado se plantean medidas encaminadas a controlar sin las mínimas garantías las comunicaciones de la ciudadanía. ¿Es que acaso ya no hay suficiente control sobre nuestras comunicaciones telefónicas, en redes sociales, etc?. La inmensa mayoría de nuestros datos son públicos y las empresas tecnológicas comercian con ellos con absoluta libertinaje. No parece razonable que los Estados necesiten más medidas de control (si el Gobierno americano llegó a espiar impunemente el teléfono de Angela Merkel) a menos que el objetivo sea otro.
Se proponen medidas de control en aduanas y aeropuertos. Cuando leo esto me pregunto ¿cuántos atentados terroristas se han evitado obligando a los sufridos pasajeros de avión a quitarse sus cinturones en los controles de seguridad de todos los aeropuertos del mundo?. Los terroristas de París eran franceses, por tanto no necesitaron pasar ningún control ni ninguna aduana. De nuevo, parece que se aprovecha que el Pisuerga pasa por Valladolid.
La estrategia del miedo es muy rentable para nuestros gobernantes. Una sociedad atemorizada es fácilmente manipulable. Y en occidente somos especialmente vulnerables al pánico. Probablemente porque gracias a nuestras sociedades del bienestar tenemos mucho que perder; y por tanto estamos dispuestos a sacrificar muchas cosas en el altar de seguir manteniendo nuestra privilegiada situación. Aunque claro, cuando se les va la mano apretando las clavijas al personal pueden suceder cosas no previstas, como que en Grecia no gane las elecciones quien debería ganarlas.
En cualquier caso, en mi opinión debemos aprender a ser adultos y a asumir los riesgos de nuestros actos. Occidente se ha desarrollado gracias a la miseria de muchos países y de cientos de millones de personas. El terrorismo es una consecuencia de este desequilibrio, nos pongamos como nos pongamos. Mientras no acabemos con el origen de estos problemas (los desequilibrios oriente-occidente; y ricos-pobres) no hay nada que hacer para evitar estas periódicas salvajadas. Vivir atemorizados no sirve de nada pues los atentados son absolutamente aleatorios....resulta tan sencillo poner una bomba en un cine, en un vagón de metro, o en un supermercado, que no merece la pena vivir con el temor a ser víctima de un atentado terrorista.
Gracias al miedo, nuestros gobernantes nos aprisionan con más y más cadenas. Nosotros las aceptamos con la vaga y falsa promesa de seguridad. Va siendo hora de que exijamos soluciones de verdad ante un problema de esta inmensa envergadura.